La injusta, criminal y reprochable invasión de Rusia contra la república de Ucrania, ordenada por el mandatario Vladimir Putin, un reconocido exagente de aquella temible KGB (policía política represora) de la era estaliniana, ha resultado en un severo revés para los agresores, de conformidad a los informes recibidos, especialmente en el campo de las relaciones internacionales, a juzgar por los pronunciamientos condenatorios emitidos por la Unión Europea (UE), la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA), en estos dos últimos foros, con las deshonrosas excepciones de los países sojuzgados por gobiernos antidemocráticos como Corea del Norte, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba y, por extraño que parezca, suma el voto negativo de El Salvador (que, en nuestro caso particular, ha recibido el rechazo de algunas entidades respetables de la sociedad civil ).

Incluso, el mismo vicepresidente Félix Ulloa, conocido profesional universitario, fue de la postura de que “las naciones pequeñas no deben tomar partido en esta crisis bélica”, olvidando que en esas organizaciones plurinacionales cada voto cuenta para decidir tal o cual resolución, sin importar para nada, si quien emite ese voto es el delegado de una nación poderosa, o de una pequeña como la nuestra, ya que representa el sentir y pensar no de un gobierno en particular, sino de una nación compuesta por millares o millones de habitantes, aparte de que en la historia de El Salvador, es oportuno recordar que un gran jurisconsulto cuscatleco, el Dr. José Gustavo Guerrero, por votación unánime fue elegido como Presidente de la honorable Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya (Países Bajos), en los aciagos tiempos del nazismo, a quien en una oportunidad quisieron coartarle su libertad personal y el Dr. Guerrero, pertrechándose en su despacho, se envolvió en el lienzo sacrosanto de nuestra bandera y les dijo con firmeza a los SS: “Soy ciudadano salvadoreño y mi país no se encuentra en guerra con Alemania”.

Recordemos que por ese lejano tiempo, gobernaba autocráticamente el general Maximiliano Hernández Martínez, quien no ocultaba, ni en público, ni en privado, sus simpatías por el nazismo de Adolfo Hitler. El doctor Guerrero abandonó después la capital holandesa. Confío que la presente anécdota le sirva de ejemplo cívico a nuestro vicemandatario.
Lo que sí nos motiva a tener cierta inquietud, no para nosotros en carácter personal, sino para el futuro de nuestras cordiales y positivas relaciones con los Estados Unidos de América, que datan desde hace muy largo tiempo, es la postura del gobernante Nayib Armando Bukele, quien recientemente reiteró su propósito de visitar oficialmente a Rusia, en un calendario previsto para julio del presente año, o sea, dentro de escasos cuatro meses de haberse iniciado la cruel invasión a Ucrania, donde lo más destacado y reprochable son los bombardeos indiscriminados sobre sectores habitacionales, hospicios, hospitales, paseos y corredores humanitarios, con muchos niños, mujeres y ancianos muertos por las balas genocidas de las tropas rusas, que incluso bombardearon la planta nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, que hizo temblar al planeta entero ante la posibilidad de que podría desencadenarse una mortífera guerra atómica, capaz de convertir el mundo en un silente y enorme cementerio sideral, que rodaría eternamente por el espacio galáctico; fue un hecho que mereció, precisamente, la enérgica condena mundial, a la cual no se adhirió tampoco nuestro gobernante, pese a que su misma esposa, doña Gabriela de Bukele, recién acaba de impulsar un sano programa de atención infantil denominado “Nacer con cariño”.

Con respecto al párrafo anterior, debemos recalcar que, debido a la mencionada condena unánime, a Rusia se le ha excluido completamente del Sistema Mundial de Inversiones Financieras (SWIFF por sus siglas en inglés), cuyo primer impacto en su economía fue la drástica reducción del valor cambiario del rublo, la moneda oficial rusa, que hace pocos días se cotizaba a razón de un rublo por un centavo de dólar y ha seguido a la baja.

Tan enorme reducción y que Rusia no pueda negociar con otras monedas fuertes como el dólar americano, la libra esterlina, el franco de Francia o el marco alemán, hace prever que cuando se publique esta columna, la situación financiera rusa estará en niveles muy bajos, quizás hasta alarmantes, por lo que, de realizar Bukele ese viaje, la Rusia invasora no tendrá ni podrá nada que ofrecerle en materia de ayuda económica, o de inversiones financieras. Ojalá se razone serenamente sobre este cuestionable viaje. Por razones de espacio, no comentamos, por ahora, las graves consecuencias que este conflicto ya comienza a generar en varios rubros de la actividad económica a nivel mundial.