Desde el garrafal error político-estratégico de asesinar a seis sacerdotes jesuitas, junto a Elba Ramos y su hija Celina, al estamento militar le costó muchísimo recuperar el prestigio perdido. Gradual y progresivamente lo fue logrando al evidenciarse como una de las instituciones que mejor cumplió con los Acuerdos de Paz.

Causa entonces tristeza y dolor, conocer diversas informaciones (públicas y consignadas por la prensa escrita) que estarían reflejando una presunta descomposición generalizada en los mandos de la Fuerza Armada, herencia dejada por aquel “general exprés” que le quiso vender la idea al nuevo gobernante, que debía seguir al frente de la defensa nacional como factor disuasivo para evitar la posibilidad de un futuro “golpe de Estado”, cuento que no se tragó “Narciso” ni sus asesores. Hagamos un recuento de algunas cosas.

1º) Durante una década, la seguridad y defensa nacional fue controlada por un “político uniformado que se atrevió a deliberar desde ese campo e impulsó una vergonzosa tregua con las pandillas”. Se comprometió a disminuir la criminalidad, contando con la venia, conocimiento y consentimiento de un expresidente, hoy en el exilio. La nefasta influencia de aquel ministro apartó – aún más– a la Fuerza Armada del correcto cauce institucional que le mandata la Constitución.

2º) El llamado “ministro botas virgas”, creyendo que iba a estar a perpetuidad en el cargo, impulsó una “operación limpieza” hacia la oficialidad con legítimos derechos y perspectivas de ascenso, pero que tenía en su contra no gozar de la confianza del esgrimista caduco. Se cosecharon inconformidades en diversas promociones de oficiales bloqueados.

3º) El claro irrespeto al sistema de ascensos y a la antigüedad de las promociones se hizo un hábito, soslayando una regla de oro en la vida militar: “La antigüedad es un grado y se hizo para evitar la rapiña”. Cuando se esperaba que esto cambiara, hoy resulta que hay una nueva tanda de “bolsones y cuelludos” que goza de privilegios, viajes y ascensos, mientras otros, más capaces y leales, siguen marginados.

4º) El derroche en los despliegues de tropa y motorizados, así como de recursos financieros, fueron vanas demostraciones de fuerza para saciar egos y frustraciones del resentido ministro anterior. Afortunadamente, el nuevo Comandante General no se dejó apantallar, tanto así que lo que no pudieron hacer dos presidentes del disminuido partido de izquierda, “el presidente más cool del mundo” lo hizo mediante un solo tuit en el que ordenó borrar el nombre de Domingo Monterrosa de la Tercera Zona Militar.

Borrar el nombre de un militar arrecho, que hizo temblar a los compas, de ninguna manera ha significado sacarlo del corazón de la gente. El “señor diputado Chato Vargas” -–como abusivamente le llama el presidente cool– lo dice mejor al referirse al agradecimiento que aún le expresan muchos jóvenes, pues también a él le borraron su nombre de una Escuela de San Francisco Gotera, Morazán.

Sin embargo, la placa de bronce enmarcada en el ISSS de Santa Anita, aún luce el resplandeciente nombre de “Carlos Mauricio Funes Cartagena”. Le envié una imagen al ministro de Gobernación, pero éste asumió demencia.

Infortunadamente siguen conociéndose públicamente otras cosas que van desde la preferencia hacia elementos de la Fuerza Naval, el surgimiento de nuevos clanes familiares que estarían hegemonizando en varias entidades de la FAES; el continuado irrespeto hacia la antigüedad militar, algo que por cierto incidió determinantemente en el desorden e inconformidad generalizadas durante la década del ministro espadachín, período en el cual se ha dicho que docenas de contratos no pasaron los filtros que establece la Ley LACAP so pretexto que son acuerdos que tendrían que ver con temas de “seguridad nacional”, hasta llegar al descubrimiento de la apestosa “permuta de armas”, caso en el que la última palabra la tiene el Fiscal General.

Es positivo que en las filas del estamento militar se comente que los desaguisados impulsados por el ministro impulsor de la tregua entre pandillas –y de su colaborador más cercano– podrían salir a la luz, toda vez aquellos oficiales que resultaron perjudicados por tanta irregularidad se armen de valor, se unan y den a conocer la ilegalidad de las órdenes recibidas.

Lejanos quedaron los tiempos de aquellos militares honorables y valientes, que portaron con dignidad el verde olivo.

Viendo la reciente experiencia boliviana y las inconformidades al interior de la FAES, es válido que el Alto Mando haga una encerrona para analizar este tema: ¿Qué diablos está pasando en la Fuerza Armada?