Una caminata de medio kilómetro espera a los ecotouristas para llegar a la horqueta del cerro, o si bien lo prefieren pueden subir en pick up a un costo de $3 ida y regreso.
En su trayecto, el silencio y crujir de las ramas de los pinos, robles y cipreces inundan de tranquilidad los senderos que conducen al tope de la montaña. Lugareños ofertan en quioscos improvisados de madera los productos que cultivan en las faldas de la montaña.
El Pital, es una reserva biológica colindante entre Honduras y El Salvador, la cual es un corredor de viento que sorprende a sus visitantes y campistas con brisas y neblinas que cobijan bajas temperaturas, inclusive llegando a los cinco grados centígrados, por lo que se recomienda llevar abrigos y ropa cálida, o en caso de acampar, asegurar muy bien las tiendas de campaña y llevar frazadas.
En el Pital se pueden realizar caminatas por los senderos que convergen en vistas panorámicas de los pueblos colindantes como lo son San Ignacio y La Palma. Sus veredas guardan matices sepia y olor a coníferas. Como nueva atracción para aquellos que disfrutan de los deportes extremos tiene el uso de canopy.
Para los turistas que buscan el confort, también lo pueden hacer hospedándose en hoteles y cabañas que se encuentran a lo largo del recorrido del cerro o propiamente en el cantón Río Chiquito. A su vez cuenta con varios restaurantes que ofrecen platillos típicos de la cocina salvadoreña, aunque sin duda compartir en el pasto verde de la montaña es una experiencia con la naturaleza.