El café salvadoreño fabricado por un grupo de cooperativas de pequeños caficultores es uno de los primeros productos en ingresar a Norteamérica y Europa con la certificación internacional de comercio justo, buscando ganar espacio en una atmósfera de proteccionismo, competitividad y de gran escala industrial.

El concepto de comercio justo, también conocido en inglés como “fair trade”, apareció mediados del siglo pasado y en 1988 se obtuvo la primera certificación de calidad a nivel internacional. Es un movimiento que considera las buenas prácticas de comercio y fabricación del producto, en un ambiente de solidaridad y cuido de la naturaleza.

En El Salvador, el movimiento es dirigido por la Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores y Trabajadores de Comercio Justo (CLAC), creada en 2004.

José Luis Casuso, de CLAC, explicó que esta corriente surgió para garantizar un intercambio comercial equitativo entre los pequeños productores con los compradores de América del Norte. Los productos que cumplen con todos los estándares de calidad y fabricación obtienen el sello y figura entre los indicadores de calidad del envoltorio.

 

¿Con quiénes trabajan?

Aunque a nivel internacional hay cooperativas certificadas en la producción de aceite, miel, vino, artesanías y varios productos agropecuarios, en El Salvador solo se trabaja con café, azúcar y marañón.

A la fecha, CLAC trabaja con siete entidades, cinco de ellas certificadas. Entre ellas está la Asociación Cooperativa de Producción Agropecuaria Los Pinos, ubicada en el Lago de Coatepeque. Se conforma por 98 miembros de 250 familias y el 20 % corresponde a mujeres.

También trabajan con la Sociedad Cooperativa de Caficultores Siglo XXI. Esta tiene una operación de comercio de segundo grado con sus 250 miembros y exporta cafés especiales a Europa y Estados Unidos.

Otra entidad es la Asociación Cooperativa de Producción ATAISI, la cual se destaca en los rubros de cacao, turismo ecológico y azúcar, aunque solo este último tiene la certificación de comercio justo.

Casuso explicó que CLAC solo trabaja con organizaciones y cooperativas inscritas legalmente. Las entidades que ya tienen el sello de comercio justo se someten cada año a una verificación que determina si cumplen con el ISO 65, un estándar para los sistemas de certificación de productos.

“Estos pequeños productores trabajan con base a un estándar de calidad alto. El café, cacao o azúcar tienen que pasar normas de calidad porque el mercado de exportación es muy exigente y no se puede comercializar cualquier tipo”, añadió Casuso.

También el comprador es auditado. Si no cumple con los estándares de calidad y prácticas laborales, vuelve al proceso de certificación.