La clasificación evalúa 127 economías de todo el mundo. Analiza indicadores como el entorno normativo, la educación, infraestructura y grado de desarrollo empresarial. Para la edición de 2017, se incluyó un análisis en la innovación de áreas como la agricultura y los sistemas alimentarios en diferentes sectores.
En el GII de 2017, El Salvador se ubicó en la posición 103, ligeramente arriba de Honduras, que llegó al peldaño 104, siendo estos los dos países con menos procesos de innovación en Latinoamérica.
La región es liderada por Chile en la posición 46 a nivel mundial, seguido de Costa Rica en el puesto 53. Según este informe, Latinoamérica muestra un buen desempeño en materia de instituciones, infraestructura y sofisticación empresarial, pero tiene un rezago en capital humano, investigación y desarrollo, así como en tecnologías del conocimiento.
No figura como emprendedor
Fiorina Mugione, jefa del Departamento de Emprendimiento de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), aseguró que El Salvador no figura como una nación de innovación a nivel mundial, ya que “no se conoce como país simplemente”.
Mugione visitó El Salvador a solicitud de la Comisión Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype), con el fin de actualizar la Política Nacional de Emprendimiento. En un encuentro con periodistas, la funcionaria manifestó que “El Salvador no está en el mapa de emprendimientos innovadores ni tradicionales. No se conoce”, pero en cambio sí se destaca por sus conflictos internos o los problemas que enfrenta a raíz de desastres naturales.
El catedrático de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) y encargado del Monitoreo Global de la Actividad Emprendedora (GEM, por sus siglas en inglés) para El Salvador, Manuel Sánchez Masferrer, explicó que el país se destaca en el emprendimiento como la actividad que involucre a la persona como su primer jefe.
Pero, al considerar el “emprendimiento solo como alternativas que son innovadoras, negocios nuevos, creativos; entonces la situación es diferente porque El Salvador simplemente es un país donde la gran mayoría de negocios no tienen estas características, sino, más bien, son de subsistencia”, afirmó.
Masferrer consideró que el emprendedor salvadoreño tiene ambición de establecer o hacer crecer un negocio, pero no dispone de las herramientas ni creatividad para buscar nuevos nichos de mercados emergentes, ya que la mayoría de modelos empresariales son tradicionales, mercados que de por sí ya están saturados.
Esto deriva en que “no logran suficiente oportunidad para que la gente crezca, genere empleos y sean negocios formales”, añadió.