Angela Merkel dejará su cargo este 8 de diciembre como canciller -primera ministra o jefe de Gobierno- de Alemania, tras 16 años de un liderazgo en el que consolidó a Alemania como la mayor potencia europea y además, logró mantener cohesionada a la Unión Europea a pesar de las largas y numerosas crisis.


Merkel enfrentó con determinación las crisis económicas que ocurrieron en su administración y además la severa crisis migratoria derivada de las guerras en Oriente Medio y Afganistán. Durante mucho tiempo, Alemania ha dependido de migrantes para llenar vacantes de trabajo, mantener la economía en marcha y rejuvenecer a una población envejecida. Merkel se resistió a los discursos antiinmigrantes y supo aprovechar esas circunstancias para favorecer la economía alemana.


Además, Merkel destacó y supo hacer prevalecer los intereses alemanes ante otros dirigentes mundiales bastante controversiales como Donald Trump o Vladimir Putin. Merkel ha sido un ejemplo de respeto y cumplimiento del Estado de Derecho, y ha velado por los derechos fundamentales de los alemanes, en medio de los conflictos postunificación, pero también le dio voz a una Alemania que ahora es vista como un faro de libertad en el mundo y que aboga por pueblos oprimidos por gobernantes autoritarios alrededor del mundo.


Es impresionante que Merkel también supo cuando era el momento de abandonar el poder, ceder su puesto a un nuevo liderazgo y afrontar con dignidad la transición hacia un canciller opositor. Merkel deja un ejemplar legado no solo para Alemania y Europa sino para todo el mundo, como política, como mujer y como persona, siempre modesta, austera no solo en la administración pública sino en el ejemplo personal como gobernante.