La columna negra de humo del incendio del miércoles en el mercado San Miguelito podía verse desde el otro extremo del Área Metropolitana de San Salvador, un reflejo de la magnitud del siniestro en ese popular mercado capitalino.


Los lamentos de los vendedores eran conmovedores. Muchos perdieron lo que había tomado toda una vida de trabajo, esfuerzo y deudas. Algunos incluso sufrieron lesiones en su intento de rescatar sus bienes del incendio. Esperemos que el Gobierno y la Alcaldía capitalina puedan ayudar en su recuperación.


Los comerciantes se quejaban que el mercado San Miguelito enfrentaba serias fallas de mantenimiento en especial de la red de suministro eléctrico, además no había suficientes extintores. Por desgracia, no es el único caso en el que hay quejas como estas y desgracias que ya ocurrieron o están por ocurrir si no se corrigen. En los últimos meses hemos visto varios mercados del país incendiarse por razones similares y aunque el Gobierno y las alcaldías han prometido reconstruirlos, que estas tragedias sigan ocurriendo es realmente preocupante.


Hay que reconocer que la inmensa mayoría de los mercados del país tienen un precario mantenimiento y escasa supervisión. Estas tragedias frecuentes y recurrentes deberían motivar al Ministerio de Gobernación, a Bomberos y a las alcaldías de todo el país a establecer un programa de fortalecimiento a las inspecciones en los mercados en sus sistemas eléctricos y en la prevención de incendios en general.