Escolástico Andrino nació en Guatemala, miembro de una de las familias locales de mayor abolengo musical. José Andrino, su abuelo, activo alrededor del año 1770, diseñó y fabricó un contrabajo de cuatro cuerdas que fue utilizado por orquestas de Guatemala durante el siglo XIX con el nombre de violón grande.
Viajó a Cuba donde trabajó como violinista del Teatro Tacón. A su regreso a Guatemala escribe sus apuntes sobre teoría e historia finalizados en 1843, publicándose con correcciones, cuatro años más tarde, en San Salvador. Aquí se había trasladado desde 1845, desempeñándose como Maestro de Capilla de la Catedral. Allí permaneció hasta su muerte, el 14 de julio de 1862.

Trabajó como compositor, director fundador de la primera orquesta de San Salvador, maestro fundador de una escuela de música y funcionario público.
Su participación en la vida política, artística y periodística de esta ciudad quedó registrada en los periódicos La Gaceta de El Salvador, El Rol, El Siglo, y la Unión, donde participó en forma diversa ya como articulista, editor-fundador.

Un domingo, el primer obispo de San Salvador Jorge de Viteri, oyó a Escolástico oficiar en una misa como maestro de coro competente (carentes de la época) y lo trajo a San Salvador y le ayudó a formar una escuela privada de música, la cual se fundó en 1845 con siete alumnos inscritos. Esos siete se convirtieron en la primera generación de músicos nacionales.

Fue entonces cuando Andrino se quedó hasta su muerte en San Salvador.

¿Cómo concebía la música?


Según el archivo de Pedagogía, crítica, historia y periodismo musical centroamericano en el siglo XIX, Andrino abre su capítulo sobre la historia de la música en Centroamérica, reclamando la inexistencia de una relación de hechos histórico-musicales de épocas pasadas, de dónde poder partir.

La primera noticia de su existencia la ofrece José Sáenz en su Historia de la Música Guatemalteca, donde citó la existencia de las Nociones Filarmónicas, publicadas treinta años antes (Sáenz 1997, 37). Luego en 1927, en el Diccionario Histórico Enciclopédico de la República de El Salvador, se proporciona información sobre la actividad musical desplegada por Andrino en San Salvador, no solo como director de la orquesta, sino como educador, funcionario público y editor de las publicaciones El Rol y El Siglo.

Andrino propuso buscar la excelencia por medio de la repetición de las lecciones hasta perfeccionarlas, exhortando a la no condescendencia de los maestros con los estudiantes.

Su legado


Su contribución a la historia del arte de Centroamérica incluye la práctica musical en los templos, confirmando la persistencia de la Iglesia en condición privilegiada dentro de la práctica artística y musical. En tal sentido, destaca la crítica a la apresurada interpretación de antífonas e introitos en los servicios religiosos y el empleo del canto llano en las calles, en funerales, procesiones y festividades, contraviniendo la prescripción de cantarlo solo en el interior de la iglesia, todo lo cual explica por la fuerza de la tradición y la costumbre.

La primera crónica musical que se publicó en el diario oficial de El Salvador la escribió Andrino y fue en agosto de 1848, con motivo de la celebración de la fiesta nacional del Divino Salvador.

Aquí el autor da cuenta de la participación de grupos de cámara provenientes de Santa Ana, San Vicente y de la ciudad capital, señalando la interpretación de música coral y orquestal durante la misa solemne, por parte del conjunto capitalino. A pesar de la complaciente caracterización musical y la escueta identificación del repertorio, la crónica es particularmente importante por la difusión que hace del desarrollo musical alcanzado en las provincias salvadoreñas a mediados del siglo XIX.

Aun cuando musicalmente tanto en El Salvador, como en Centroamérica decimonónica, los lazos y dependencias estéticas con Europa eran insalvables, Andrino, paladinamente plantea y concretiza una contraparte local representada con su propia producción compositiva, la participación de solistas jóvenes salvadoreños y la justipreciación de la historia musical local de su momento, a través de sus escritos, todo lo cual, estimulaba la nacionalidad y la autoestima.

La primera canción patriótica publicada en la sección de Variedades del periódico oficial (Gaceta 28/9/1848, 78, 313), contiene un mensaje unionista y liberal. La publicación resalta con letra cursiva, algunas palabras del poema como Centro, El Salvador, Independencia, Libertad, Nación, América Central, Confederación, Unión y Paz, que funcionan como núcleos generadores. Así, el Coro, que inicia El Centro recuerda..., plantea la liberación centroamericana del yugo español y el loor ofrecido al estado del Salvador a quien califica de libre, hermoso, generoso y fecundo. En otra estrofa habla de pueblos libres y de la huida de los tiranos, lo que alude figuradamente, no solo al momento de la independencia, sino a la más cercana caída de Francisco Malespín y la entrada al poder de los liberales en 1845.

El interés por incorporar en su discurso poético la ideología liberal puede observarse también en la última estrofa de la pieza, que inicia: Salve América Libre..., donde llama a la integridad territorial ya no de Centroamérica sino del continente americano.

La ejecución de canciones patrióticas, por el propio compositor, durante las celebraciones oficiales del aniversario de la independencia y su posterior publicación en el diario oficial, ponen de manifiesto la cercanía y afinidad que el autor mantenía con las altas esferas del poder en tiempos de Doroteo Vasconcelos.