Carlos Calleja, candidato presidencial por el partido ARENA pretende un país libre, democrático, con una economía saneada, fundamentada en valores y principios de respeto a la dignidad humana, la tolerancia y la decencia, buscando que la prosperidad se desplace a las capas más vulnerables de la sociedad, brindándoles una vida digna.

El traspaso de poder del 2019, no es simplemente cambio de una administración del Estado a otra; es algo más, es una representación política diferente, que transita de un ideario político socialista a un pensamiento liberal, los cuales generan contradicciones y reticencias ante el poder, en tal virtud se marca una nueva agenda política para la nación, puesto que se va a poner en el contexto nacional una nueva visión de país que abarca múltiples aspectos de la vida política, económica y social.

El gobierno que presida Carlos Calleja, debe tener la habilidad de cambiar la manera de hacer política y de las políticas públicas actuales, por una nueva visión de país, con la habilidad de saber tejer acuerdos políticos que abarquen y comprendan la más amplia participación ciudadana y llevar a un buen término todas las iniciativas que tendrá su programa de gobierno que debe ser claro, realista y con visión de futuro como instrumento estratégico de articulación de ideas, y que para implementarlo se necesita de la inversión pública, privada y social, el cual por su contenido ideológico genera gobernabilidad y control del poder.

El poder político es caliente, delicado, razón por la cual siempre se mantiene en la realidad nacional, pero las decisiones políticas deben de ser tomadas en frío, donde el olfato y la intuición política, acompañada del cálculo político deben aplicarse con todo rigor para evitar cometer errores, porque en política los errores no tienen corrección y no hay retroceso, ni pueden ser borrados, para iniciar una nueva cuenta.

El Estado tiene finalidades estratégicas que se deben cumplir en beneficio del bien común de los ciudadanos. La democracia –decían los viejos maestros–, “no puede cumplir todas sus promesas”, en tal sentido, la brecha entre aquello a lo que aspira y lo que obtiene, avoca al descontento y la insatisfacción.

El talento del buen político, es saber mezclar el espíritu de justicia y de sentido estratégico, para que las reglas del poder sean cumplidas con estilo moral, en intereses y comportamientos. Lo importante es que el control esté garantizado en el consenso social y con responsabilidad política y legal.

De tal manera, hay que considerar que los pactos políticos tienden a convertirse en pactos de poder, y en pactos sociales para alcanzar la estabilidad y la gobernabilidad debidamente articulados todos los movimientos de rotación del Estado, tanto en forma vertical como horizontal.

Los anillos del poder, que son ejes del mismo, son precisamente los que mueven las directrices del Estado, y éste a su vez no siempre produce decisiones favorables y fáciles; en consecuencia, se hace necesario analizar viejas ideas desde una perspectiva diferente. Las percepciones de la realidad, deben saberse interpretar de manera especial, para que la historia cansada de inventar vuelva a repetirse. Hay que darle vigencia al capítulo político que se enuncia así: “En política no hay nada para siempre, menos mantener el poder”.