Las apariencias son como los edificios, tarde o temprano se derrumban y se descubre el verdadero ser. Esto debido a que quienes arriban a la hacienda pública, no lo hacen con la misión de servir sino servirse. Así se evidencia en el caso: “Destape a la corrupción” y es que como dice el Papa Francisco: “el verdadero poder es el servicio”. Pero cuando éste carece de uno de los valores más determinantes que todo funcionario público debe poseer y practicar: la honestidad, ese aparente servicio se convierte en hipocresía, el lenguaje de los corruptos de todo color e ideología.

Afirmamos esto, porque para el común sentir de la sociedad el desempeño de sus gobernantes de ayer y hoy es una afrenta a la integridad de los bolsillos de todos los contribuyentes. Que somos testigos de esta descomposición social que vive la nación, que solo trabajando en equipo y apoyando a las instituciones como la Fiscalía General y su titular que de forma decidida y profesional han iniciado un proceso de cumplimiento de ese mandato que por años ha estado secuestrado por compadrazgos, intereses y complicidades. Ya que no hay peor ciego que el que ya vio la realidad y decide volver a cerrar los ojos.

Mentes antidemocráticas temen que ese continuismo lucrativo en hacer del tesoro nacional su chequera personal llegue a su fin. Porque un sistema de justicia no debe ceder a presiones de quienes están acostumbrados a imponer sus caprichos que socaban los intereses de la nación. El poder judicial tiene por obligación constitucional luchar, velar y salvaguardar la integridad de la patria y ejemplo de ello ha sido ese knock out judicial que es un avance.

Acá no debemos perdernos ni caer en trivialidades, aquí no se trata de personalizar a alguien en específico por su rango social o ideológico, es cuestión de enfrentar todos como salvadoreños esa lacra llamada IMPUNIDAD. A pesar de esto, personas que dada su ceguera mental insisten en acciones que más llaman a la desconfianza que solo los cómplices las realizan. No olvidemos que este flagelo social cuyas causas muchas veces son nutridas intencionalmente desde las mismas instituciones creadas para enfrentarlas.

Personajes cuyos historiales escritos por sus ilícitos actos de corrupción pueden llegar a su capítulo final, pero eso solo es posible si como país tomamos como ideal la justicia sin excepción. Tanto una Corte de Cuentas y un Sistema judicial que se desprenda de temores y favores será capaz de disminuir gradualmente la corrupción insertada en las diferentes instituciones públicas y quienes las dirigen en algunos casos. Muchos expresan esto como un: “ Show político”. Propio de aquellos que temen a la luz de la auditoría ciudadana.

Es preciso recordar que estos obscenos niveles de violencia son, en parte, por esta malversación de fondos estatales también, la cual asesina y cuyos efectos trascienden en la región porque los ciudadanos están hartos y huyen a diario familias, empresarios, profesionales, estudiantes al ver las imposibles condiciones de vivir en un territorio cuya demencial inseguridad no garantiza la vida, bienes individuales ni jurídicos a un país. Qué cinismo de funcionarios públicos, conocidos por su soberbia y vulgar estilo de twittear y trollear ataquen y contradigan acciones judiciales que contribuyen a la fiscalización eficiente y oportuna. Han sido elegidos para ser administradores de los contribuyentes y no gestores de hechos ilícitos que mediante vacíos de ley en algunos casos no dan cuentas de lo perdido y sustraído en el pasado y el presente. Bien dicen: “Tanto peca el que mata la vaca como el que agarra la pata”.