El embrollo diplomático, aunado a la suspensión de una sustancial ayuda financiera, que ha surgido en la administración estadounidense de Donald Trump, por las caravanas migratorias que han partido y siguen movilizándose desde diversos sitios de Guatemala, Honduras y El Salvador, afectando incluso las relaciones bilaterales y fronterizas con México, por fin han motivado el interés de prestigiosas instituciones que forman parte del esquema funcional de la Organización de las Naciones Unidas, las cuales han comenzado a elaborar y difundir sus primeros informes con recomendaciones.

El contexto motivacional de la migración centroamericana que se observa actualmente, tiene un ingrediente especial que no era observable en el pasado, como lo transcribimos más adelante. Y lo dicho por la ONU es una verdad tan grande que, quienes hace muchos años vimos partir hacia los Estados Unidos de América a nuestros familiares más cercanos, aceptamos que se largaron en busca de nuevos horizontes, de mejores oportunidades laborales o de estudios, que nuestra patria no les podía dar ni siquiera en mínimas proporciones. Hoy, esos ingentes grupos familiares han obtenido la ciudadanía en la gran nación del Norte, o por lo menos su residencia definitiva, constituyéndose con sus remesas periódicas en uno de los aportes más sustanciales para mantener el equilibrio económico del país entero, según datos oficiales de los ramos de Hacienda y Economía, así como del Banco Central de Reserva.

Luego tuvimos el impacto negativo de la que llamaron “década perdida”, cuando surgieron grupos armados irregulares, enarbolando banderas de “reivindicación social y democrática”, pero claramente financiadas por el régimen comunista de Cuba, vía Nicaragua. Hubo destrucción masiva de la infraestructura energética y vial; dinamitaron negocios y fábricas; los asesinatos eran a diario; se impuso cuotas económicas de guerra; hubo amenazas a la libre expresión; en fin, el caos fue terrible cuya “cereza en el pastel” fue cuando se efectuaron reclutamientos masivos e indiscriminados de adultos, jóvenes y niños, tanto por los grupos irregulares alzados en rebeldía, como por las tropas del Ejército y cuerpos de seguridad.

Eso fue el motivo de que muchas familias, grupos enteros de comunidades, tuvieran que elegir el camino doloroso del éxodo, no solo para Estados Unidos, sino para otros países, incluso europeos. Superado el conflicto, vino el tercer acto del drama centroamericano: la desorganización familiar de los hogares, la pérdida de padres y abuelos, niños desaparecidos en la guerra, etc., así como una policía inicial poco preparada, hizo que estos países fueran escogidos o aprovechados en la logística del llamado “crimen organizado” y su fantasmal secuela de narcotráfico, de prostitución, tráfico de personas con fines aviesos, compra de voluntades vulnerables de funcionarios, jueces, fiscales y agentes de autoridad y el mal ha crecido hasta niveles que ahora ignoramos, menos el aparecimiento de las conocidas “pandillas criminales” que, de comunidades suburbanas construidas “a la fuerza”, hoy se extienden y tienen su presencia, dominio e influencia en zonas geográficas concurridas, centros escolares, universidades, fábricas, etc.

De aquellos viejos “poquiteros” vendedores de marihuana que solían apostarse a la salida de estudiantes, poco a poco, fueron adquiriendo volumen en personal y transporte. Sin embargo, como suele suceder, la lucha incansable de las autoridades contra esas mafias debe recibir más apoyo, aunado a programas de reinserción social y laboral. Ese combate contra las pandillas, con sus arrestos y enfrentamientos, es lógico deducir que ocasionen bajas en sus filas y necesitan reponerlas con la disyuntiva fatal que recoge el informe de las Naciones Unidas: “Te unes, o mueres”.

O sea, que ahora la razón esencial, el “léit motiv”, para emigrar no es por razones de estudio, mejoras salariales, o adquirir vivienda digna. Nada de eso. La razón es salir a toda costa para librarse de un peligro real de muerte. No hay alternativas secundarias que pudieran garantizarse. O estás con nosotros, o estás contra nosotros. Pareciera que retornó la década perdida. Lo que debemos hacer entender a la administración Trump es que no se trata de caravanas migrantes, que desean asentarse en el territorio y quedarse para siempre, sino que marchan “por motivos de sobrevivencia”, como bien lo califica el informe acertado de ONU.