Que el presidente de nuestro país, Salvador Sánchez Cerén, haya viajado recientemente por enésima vez a Cuba, su destino preferido, no es para nosotros ninguna noticia de impacto. Ha salido tantas veces para esa nación antillana, gobernada con mano férrea por el castrocomunismo desde hace muchas décadas que, al efectuarlo repetidamente, incluso en épocas de emergencia, prácticamente ya nos tiene acostumbrados. Pero esta última visita, acompañado de varios funcionarios de su gabinete que viajan a costa de nuestros impuestos, nos motiva a efectuar algunas consideraciones, porque el mandatario aprovechó su estadía para verter declaraciones que, por el momento que vivimos los centroamericanos del llamado “Triángulo Norte”, solo pueden endurecer la postura de la actual administración estadounidense.

Justificada o no la preocupación del presidente Donald Trump, por la numerosa inmigración ilegal que a diario llega a las fronteras de la nación norteña, hoy incrementada por una sorprendente “caravana” que saliera desde una de las principales urbes hondureñas, misma que fue aumentando a manera avanzaba hacia la frontera con Guatemala, mientras otra porción se desvió hacia El Salvador, fue como la gota de agua que rebalsó el vaso del gobierno republicano, hasta el punto que Trump, con su conducta característica, amenazó con suspender la ayuda multimillonaria que Estados Unidos viene proporcionando a las tres naciones que constituyen el famoso Triángulo que son, precisamente, las que se han visto envueltas y revueltas con ese masivo peregrinar que busca, según dicen sus dirigentes, llegar al mismo territorio estadounidense, penetrarlo y quedarse a residir, sin llenar los requisitos migratorios que cada país exige a los extranjeros. Es un caso inédito en la historia migratoria centroamericana, porque no son unos cuantos individuos, sino que se calcula que son más de siete mil personas de uno y otro género, incluyendo ancianos y menores de edad, a quienes, en su afán por alcanzar su anhelo, no les importa sufrir mil dificultades y penurias. Es también un caso muy interesante para la sociología y la psicología social.

Ante esa posibilidad que Trump nos suspenda, total o parcialmente, una ayuda tan vital para incrementar la mejora integral de nuestros países, lo que hizo nuestro mandatario en Cuba fue menospreciarla, incluso con alardes de que su administración ha hecho, sin esa ayuda, sustanciales progresos “nunca vistos” en beneficio de la población; fueron declaraciones que de inmediato provocaron reacciones de reprobación general. Y ese rechazo a lo dicho por el profesor fue lo más natural que sucediera, pues solo quienes vivimos y sentimos el impacto de la inseguridad, desempleo, falta de oportunidades para la juventud, economía debilitada, aparte de un endeudamiento interno y externo que casi llegamos al límite del impago, con una larga cadena de juicios penales en los tribunales por delitos de corruptela, lavado de activos, cohechos y otros ilícitos más, pensamos y sentimos que al señor Sánchez Cerén se le exacerbaron sus sentimientos de afecto y solidaridad con el régimen cubano que, incluso, al menospreciar la importante y sustancial ayuda estadounidense, no pensó que los Estados Unidos son nuestro principal cooperante y el primer socio comercial, siendo el mayor adquirente de nuestra productividad industrial, que contribuye a la sostenibilidad de nuestras fuentes de empleo, que permite a que el Estado reciba mayores ingresos tributarios, tanto para sus programas presupuestados anualmente, como para salir avante con sus compromisos de empréstitos y emisión de bonos.

Asimismo, al presidente salvadoreño, ya en su fase saliente, se le olvidó o lo ocultó adrede, que en Estados Unidos de América, tenemos el departamento del país número quince, el más numeroso de la Patria, con cerca de tres millones de salvadoreños, quienes con el envío de sus remesas ayudan a que el país tenga un PIB con tendencia al crecimiento. Esa ingente cantidad de compatriotas que viven y trabajan en la nación del Norte es un ejemplo de la solidaridad y afecto que los estadounidenses sienten y demuestran por nosotros, desde hace mucho tiempo.

El presidente Sánchez Cerén fue a Cuba únicamente a echar más leña a un fuego que no nos conviene avivar por ningún motivo, causa o razón ideológica, olvidando que la gratitud es una virtud que no debemos olvidar jamás.