En 1958 fue publicada la conocida novela “The Ugly American” donde en una autocrítica admirable los autores norteamericanos William Lederer y Eugene Burdick criticaban los desaciertos de la política de Estados Unidos en varios países; en respuesta, tres años después John Kennedy fundaría los Cuerpos de Paz para mostrar con hechos alrededor del mundo el lado bueno de la juventud de su país.

En noviembre de 1963 me encontraba en mi último año de ingeniería en el Instituto Tecnológico de Monterrey, México, cuando Kennedy fue asesinado y, como toda la juventud mundial, sentí una profunda desilusión; nos mataban al líder que nos inspiraba con mucha intelectualidad, determinación y clase.

Una gran desilusión también he sentido por las manifestaciones de odio, irrespeto a la mujer y al inmigrante, y racismo que se han desatado en Estados Unidos como consecuencia de las recientes elecciones presidenciales; y me preocupan, como a muchos, las repercusiones para El Salvador, Latinoamérica y el mundo.

A fines de 1968, me encontraba realizando estudios de post grado en Louisiana State University (LSU), en esa época los negros se habían sublevado contra la discriminación en grandes ciudades, los jóvenes blancos protestaban contra la guerra de Vietnam, también en París y México se dieron levantamientos de jóvenes, y fui testigo de la elección de Richard Nixon, quien ocho años antes había sido derrotado por John Kennnedy; me fue difícil asimilar cómo un exalumno de LSU, Hubert Humphrey, un personaje honesto y bien preparado había perdido ante Nixon; sin embargo, varios años después, Nixon tuvo que renunciar en medio de la ignominia creada por su carácter manipulador y vengativo.

También lamenté la derrota de Al Gore en las elecciones presidenciales del 2000. Gore era una persona de gran experiencia política, de alto nivel intelectual, impulsor de la preservación del medio ambiente y de la alta tecnología, ganó el voto popular pero su oponente George Bush II fue electo, debido a reglas difíciles de entender del sistema electoral norteamericano.

Ocho años más tarde Bush había hundido al mundo en la más grave recesión económica después de la depresión de 1928; medio millón de soldados ocupaban Irak debido a una guerra declarada ilegal por la mayoría de los países, y la opinión sobre los Estados Unidos estaba por los suelos. Es en esas condiciones que tomó las riendas Barack Obama, quien logró controlar la crisis económica y restauró el prestigio de su país.

Es muy difícil comprender cómo la tierra de Lincoln y Roosevelt se encuentre en la encrucijada actual. Después de El Salvador, Estados Unidos es el país en donde está mi corazón: mis hijos y nietos son ciudadanos de ese país y en él tengo amigos muy queridos, allí recibí una parte importante de mi educación, me concedió asilo político en 1980 a pesar de que no estaba de acuerdo con sus políticas hacia El Salvador, allí trabajé profesionalmente sin problemas durante casi diez años. Creo que conozco a los “americanos”, la mayoría son personas tolerantes, sobrias, respetuosas, formales, que demuestran con lo que hacen su verdadero valor. Los ejecutivos de varias compañías que mi empresa representa me lo demuestran constantemente.

Esa mayoría que acaba de ganar el voto popular está concentrada en los estados con las mejores universidades, en los que se ubica casi el 70 % de la riqueza, la alta tecnología, el capital de riesgo y los centros culturales y artísticos. Ellos no representan al “Americano Feo”, seguramente mostrarán al mundo el lado bueno de su país, y moverán el péndulo hacia el lado de la razón. Sé que mis nietos serán parte de esa mayoría.