La designación y nombramiento de las personas que integran el gabinete de gobierno, es por excelencia un acto político. Dichas personas son de exclusiva confianza del presidente de la República, quienes responden a la necesidad de ajustar los apoyos para ejercer el poder a través del Estado. Los criterios para implementar el plan de gobierno, se identifican como: lealtad, los méritos, la voluntad de servir y de manera especial dan estabilidad a la administración del Estado.

El presidente electo, al definir su equipo de trabajo genera confianza entre los distintos sectores nacionales, porque de alguna manera se conocen las ideas políticas propias de los funcionarios, y políticamente, forman parte de las estructuras del Estado. La Constitución de la República hace referencia a la figura de Gabinete de Gobierno denominándolo como Consejo de Ministros, además regula sus funciones y atribuciones.

Ahora bien, una de las expectativas que genera la nominación de los integrantes del Gabinete de Gobierno, es para verificar su solidez y compacto, y además, cómo van a estar equilibrados los intereses políticos y los intereses nacionales, representados al interior del Estado. Las carteras de Estado, enfrentan las complejidades del poder.

El complejo entramado político de intereses, en el que están involucrados los poderes fácticos, producen efectos especiales, y prácticos que se manifiestan en los cambios, propuestas y alternativas; ejercer el poder es cada vez más difícil porque los mismos factores, que te elevan al poder, son los mismos que te sacan, se dan combinaciones tóxicas, tales como la corrupción y la impunidad, el ejercicio del poder es uno de los fenómenos mas complejos de la vida social, su ejercicio genera visiones confusas y antagónicas, ofreciendo una variadísima gama de matices.

Adelantarse a los acontecimientos en el ejercicio del poder, permite a un gobierno profundizar en los cambios políticos, para orientar y dominar a los núcleos amargados y ofendidos; de esta manera se superan las crisis y se mantiene el sartén por el mango del poder. La habilidad para moverse con soltura en los círculos del poder, el tiempo juega a favor del que ejerce el poder.

Por la forma de hacer política, que es diferente al hacer político y a la nueva manera de hacer política, se supone que una de las habilidades fundamentales del conductor del Estado es hacer buenos cálculos, pronosticar acontecimientos; además del tradicional olfato político; de lo contrario, al escoger las personas que integrarán el Gabinete de Gobierno, puede incurrir en errores, tales como: contaminar intereses políticos con económicos, actuar al margen de la ley, por situaciones que degeneren discusión jurídica, por la duda de la legalidad de los nombramientos, el nombramiento de personas con conflicto de intereses políticos.

La clave en el nombramiento de funcionarios, es nombrar especialistas en la materia, junto con personas con experiencia política, cualquier nombramiento mal calculado, se vuelve en contra del jefe político del Estado. El gran reto es que los grupos que ostentan el poder, es contar con la sabiduría y articular los intereses colectivos, y los intereses del Estado, debido a que la función del poder es defender a la sociedad en contra de sus propias debilidades, manteniéndola en funcionamiento y promoviendo adaptaciones a la realidad.

Las puertas giratorias del poder, hacen entender mejor el Estado, por el enfoque político que se requiere, en la configuración y control de la realidad y su representación, forma y combinaciones.