Desde el 14 de marzo del año en curso la economía se tuvo que paralizar debido al Covid-19, lo que significó que millones de ciudadanos dejaron de producir para la manutención de sus hogares durante cinco meses. Claro que las cosas se pudieron hacer mejor por parte del gobierno central durante ese tiempo, sin embargo, los costos del estado de emergencia y la cuarentena se cargaron mayoritariamente en el sector informal y el sector productivo, es decir que los más afectados han sido; los artesanos, los vendedores ambulantes y el comerciante en pequeño entre otros.

Esto ha desembocado en que miles de salvadoreños ahora se encuentren sin una fuente de empleo, dado que cuatro de cada diez empresas han quebrado, y no porque quieran sino porque el gobierno no supo administrar la crisis de forma eficiente de tal manera que se equilibrara la productividad con la prevención.

En su terco proceder el gobierno cerró la economía de forma arbitraria de decreto en decreto y todos ilegítimos, dado que la Sala de lo Constitucional de forma tardía resolvía las inconstitucionalidades sobre los abusos en los que restringió derechos fundamentales tales como la libre circulación. Prohibió la entrada y salida del territorio, cerró empresas, detuvo sin orden de captura a cientos de compatriotas y los mandó a un centro de resguardo, que dicho sea de paso muchos de ellos andaban legítimamente tratando de llevar el alimento a sus hogares, y como si lo anterior fuera poco ordenó el cierre del transporte público, lo que imposibilitó que los ciudadanos con múltiples necesidades pudieran acceder a su fuente de ingreso, todo ello ante la vista impávida de algunos diputados que no supieron defender las causas de los más necesitados.

De modo que el gobierno central se dedicó exclusivamente a comprar sin mayores controles, con poca transparencia y se rehusó a rendir cuentas, pero como toda mentira tiene las piernas cortas, ya ha comenzado a surgir todo el lastre de corrupción, ministros vendiendo descaradamente al Minsal, parientes de funcionarios públicos aprovechando el contexto para vender sin licitación insumos y botas, contrataciones obscenas por servicios profesionales directas en instituciones del Órgano Ejecutivo, pagos por afinado de pianos por $24,000.

Abuso millonario de contrataciones en el Ministerio de Trabajo, mal manejo de 8 millones de dólares de las tiendas de los centros penales, remodelación del despacho del ministro de Salud en la que se contrató a un pariente de su asistente, CEPA, con gastos superfluos en remodelaciones, y como si esto fuera poco el Ministerio de Agricultura, no halla el camino por donde cubrir la huella de toda la corrupción que se está dando ahí, miles de quintales de abono con paradero desconocido, ha gastado miles de millones adicionales de lo presupuestado.

Contrató a una compañía fantasma de origen mexicana para que distribuyera atún, las bolas solidarias su logística de entrega ha sido por medio del partido Nuevas Ideas, qué decir del Ministerio de Obras Públicas, contratación millonaria en unos kits de extracción del ADN. También contrató a una compañía que le pagó $ 1.1 millones más en relaciona a su más cercano competidor, para hacer trabajos en el hospital CIFCO, que a decir verdad se ha convertido en un monumento a las irregularidades, dado que concluyó la cuarentena y aún sigue sin terminarse.

En todos estos abusos de fondos públicos, se ve siempre un distintivo, primero que muchas de estas compras se han efectuado a familiares y personas cercanas al gobierno, que además son precios sobrevalorados. Seguramente continuarán saliendo actos corruptos, que en su momento cada funcionaria ahora involucrado tendrá que dar cuentas a la justicia, ya sea la terrenal o la celestial. Lamentable que solo se enfocaron en gastar sin controles, pero se olvidaron de los más necesitados al cerrar la economía de forma arbitraria.

Consecuencias que comenzaremos a pagar en los próximos años los que dependemos del sector informal y la microempresa, que es donde se verá la realidad de haber cerrado la económica sin haber equilibrado la prevención con la productividad, se avecina un hambruna terrible a la humanidad, especialmente a los países más pobres como el nuestro.