“Pero que haya o no democracia en Venezuela le importa una higa a la comunidad internacional, de manera que ésta no moverá un dedo para frenar esa sistemática disolución de la sociedad civil y los usos elementales de la vida democrática que lleva a cabo el exgolpista, con la entusiasta y ciega colaboración de tantos incautos venezolanos”. Esto lo escribió Mario Vargas Llosa en un premonitorio artículo aparecido en el diario El País de España, el 8 de agosto de 1999.

Y aun más: “Lo que ocurre en Venezuela es triste, pero no sorprendente. Ha ocurrido muchas veces en la historia de América Latina, y, al paso que van algunos países del nuevo continente, volverá a ocurrir”, continúa nuestro laureado premio Nobel de literatura. Me impactó el resultado de la primarias argentinas del pasado domingo, donde la masa se volcó al lado de Cristina Fernández de Kirchner, no obstante estar incursa en delitos contra el patrimonio nacional. Recuerdo la reseña de un viaje misterioso al archipiélago de Seychelles, donde hacen de las suyas los capitales protegidos, cuando maletas en efectivo bajaron del avión, ante su ilustrísima presencia. Eso sin contar la cadena de hoteles y carreteras trazadas cerca de sus propiedades, ni AMIA, el asesinato u oportuno suicidio, del Fiscal Alberto Nisman, tan oportuno como el del mangante del jet set estadounidense Jeffrey Epstein.

En un viaje de regreso de la Habana a Caracas el otro Nobel Gabriel García Márquez, reprodujo en un artículo el diálogo (imagino que monólogo) sostenido con su anfitrión Hugo Chávez, recién electo presidente de la aún Venezuela, sin la “bolivariana”, que concluye de la siguiente manera: “si chavez será un buen presidente o un dictador militar más, solo el tiempo lo dirá”. Y Gabo no llegó a pisar suelo venezolano nunca más. El escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado, palabras más palabras menos, en un acto de presentación de su novela “Margarita está linda la mar” en la ciudad de San Salvador, me dijo: “me escribieron de Caracas para que firmara un manifiesto a favor de chavez, pero no lo haré, desconfío de estos militares proféticos, vengo de conocerlos”. Y Carlos Fuentes, ¿qué decir de él?, lo atacaron, vituperaron, porque los desnudó, como en el cuento del rey insuflado de sí mismo. Me agrada resaltar la postura de admiradas figuras del canto popular, como Ricardo Montaner, Alejandro Sanz, Rubén Blades, Willie Colón, Juanes, Olga Tañón, El Puma, Shakira, Carlos Vives, Nacho, Miguel Bosé, Bertín Osborne, que no han doblegado su dignidad.

Un virtuoso como Dudamel, no se atrevió a un solo gesto condenatorio; pero bueno, andaba en su búsqueda personal. Herbert von Karajan hizo lo mismo en el nazismo, y mira que Deutsche Grammophon lo estuvo grabando incluso luego de la aparición de los CD. Ah, pero la eximia pianista y compositora Gabriela Montero se pasea por los mejores escenarios del mundo, junto al Concierto No. 2 para piano y orquesta en Fa menor de Chopin, y encuentra siempre un espacio, para un Pajarillo o un Alma Llanera en libre versión.

Hoy estamos atrapados, entre las fuerzas represivas combinadas de la narcotiranía, y las organizaciones terroristas nacionales y extranjeras asentadas en el territorio, sumadas a demasiados cómplices edulcorados con el poder, los bienes materiales, la comodidad o la candidez que, en nuestro caso, más que un pecado social, es un crimen.

Ya, agotadas nuestras reservas y fortalezas podemos elegir Numancia o Masada, es una opción digna. Hay otra, la creación de una Fuerza Interamericana de Liberación que, junto a nuestros jóvenes, ya sin escudos de cartón, hombres, mujeres y nuestros militares de la diáspora, desaloje al enemigo de la libertad y la dignidad, cuya pretensión de dominio va tras el resto de los países democráticos de la región.