Mi patria adoptiva es un país muy peculiar ya que cuenta con muchos recursos naturales como para ser realmente una potencia económica, como lo son Taiwán, Corea del Sur o Singapur, pero no lo es, al contrario, desde que yo leo los periódicos y trato de mantenerme informado, es decir, en la década de los 80, siempre lo he visto en los últimos lugares de desarrollo económico en Latinoamérica, siempre, y vergonzosamente cercano a Haití.

Los gobiernos militares empezaron en los años 30, con la excepción de un brevísimo período de cuatro años. Por lo demás, esos años, los de verde olivo, gobernaron con puño de hierro la nación.

La época democrática empezó en los 80, y en el 82 se aprueba la nueva Constitución, y los golpes de Estado desaparecieron hasta el 2009, con la locura del presidente José Manuel “Mel” Zelaya, de querer someter al país al chavismo.

Hasta entonces hubo un bipartidismo inquebrantable, negociado incluso, entre el Partido Liberal y el Partido Nacional.

Ese intercambio fue bastante saludable, en el sentido que no había conflicto alguno en las elecciones, pero después del Golpe, todo ha cambiado. El odio y el rencor se percibe por todas partes.

Surgieron dos partidos LIBRE, conformado por cinco movimientos de izquierda, todos ellos de trabajadores a los cuales el expresidente defenestrado engulló a tal grado de volverse un partido de familia. También surgió el Partido Anticorrupción (PAC), del presentador de televisión, Salvador Nasralla. El bipartidismo quedó hecho añicos, pero solo un partido salió perdedor: el Partido Liberal, ya que el Partido Nacional se ha mantenido sólido, aún a pesar de 12 tristes años de gobierno. Para estas próximas elecciones del domingo 28 de noviembre, se está jugando lo de siempre: rescatar al país, recuperarlo, pero no es tan sencillo.

El Partido Nacional despunta en las preferencias electorales, aunque no está muy lejos el partido de Mel, con la candidata impuesta por él, por tercera vez consecutiva, su esposa Xiomara Castro. Lo malo es que la oposición está atomizada en tres partidos, y no pinta bien la cosa.

El Partido Nacional ha tenido la buena cabeza de manejar muy bien la macroeconomía, por lo cual, no se han sufrido traumáticas devaluaciones; la inflación ha estado muy bien controlada, la balanza comercial, al menos, no ha empeorado. Lo malo ha sido el endeudamiento irresponsable, sin duda.

Otra de las cosas buenas ha sido la dignidad que el presidente Juan Orlando Hernández la he imprimido a la investidura. Es muy trabajador, no confronta, no amenaza, no señala a nadie, sus participaciones en los medios son parcas, al grano, a hablar de su trabajo, sin personalizar con nadie. Lo cual, comparado con el sultán Nayib Armando Bukele Ortez (NABO), lo hace exquisito.

La libertad de expresión, de pensamiento y de prensa son absolutas, se rebajan incluso a niveles de crítica vulgar, obscena, sucia, y sin tapujos para inventar barbaridades, atacan con insultos al presidente en los medios, pero no hay un tan solo político de peso ni un periodista presos, ni ningún medio clausurado.

Pero hasta allí lo bueno.

Honduras tiene un 73 % de pobreza, y un 54 % de pobreza extrema, se bajó la tasa de homicidios, pero la locura de la muerte gobierna el país.

El hermano del presidente está condenado de por vida por narcotraficante, y él mismo ha sido mencionado por los testigos.

La corrupción se desató a niveles escandalosos en instituciones tan importantes que no por casualidad se han deteriorado: salud, educación, energía, seguridad pública, etc., por lo cual se recurre constantemente a maquillar las cifras.

No ha habido inversión extranjera que valga la pena ser citada, y lo peor, en plena pandemia aprovecharon a robar aún más que antes. Siete hospitales móviles valorados en $ 7 millones, fueron comprados en $48 millones, con un proceso de compra que se saltó todas las leyes sobre compras públicas y de la decencia. Y por si eso fuera poco, ninguno de los siete hospitales funcionó: llegaron incompletos, defectuosos, inservibles.

¿Qué opciones tiene el pueblo hondureño para sacar a estos cleptómanos del poder? Eso lo hablaremos en la próxima entrega.