Esta columna, lo digo públicamente, me fue inspirada con motivo de que el gran futbolista salvadoreño, Jorge “El Mágico” González, celebró recientemente su sexagésimo aniversario de vida y notable trayectoria, recordándome, de paso, a su hermana Leticia, con la cual compartimos por varios años la rama de la Psicología Criminológica y quien, en una oportunidad, me contó que “todos los González, hembras y varones, fueron entusiastas del fútbol desde que eran unos chicos”, jugando con pelotas de plástico y compitiendo con otros niños, en uno de aquellos barrios tranquilos que tuviera aquel viejo San Salvador, hoy añorado, mismo que a grandes pasos desaparece para las nuevas generaciones, expuestas a peligros que ni siquiera soñábamos entonces.

Ese onomástico, que compartimos todos con alegría y felicidad, también me hizo evocar que hace mucho tiempo, durante la administración del ingeniero José Napoleón Duarte, se tuvo la acertada idea de crear en el Ramo de Educación el llamado Viceministerio de Cultura, Juventud y Deportes, así como el Viceministerio de Alfabetización. Infortunadamente, ninguno alcanzó los fines para los cuales fueron creados y desaparecieron.

Analizando la actual situación angustiante de nuestra niñez y juventud, no solo por la amenaza delincuencial permanente que sobre ellas recae a diario, sino por el involucramiento que muchos menores tienen en el cometimiento de ilícitos, porque ellos son la fuente de abastecimiento de las bandas criminales a lo ancho y largo del territorio y considerando, además, que estamos muy próximos para entrar a la etapa de elegir al máximo dirigente republicano, esto es, al futuro Presidente de la República, sería muy conveniente para la salud social de nuestro país, que las autoridades que tomarán posesión del Órgano Ejecutivo a partir del 1 de junio del otro año, tengan contemplado un plan de impulso decidido, científico y amplio para todas las disciplinas deportivas, como un medio no solamente profiláctico, o preventivo, para que nuestros niños y jóvenes no caigan en las redes del crimen, sino también, como una forma de elevar positivamente el prestigio de El Salvador, por medio del deporte.

Por ejemplo, quién de nosotros, que ya “pateamos” 60 o más años de existencia, no recordamos aún las hazañas de “Araña” Magaña como portero; o las jugadas mundialistas de “Pajarito” Huezo, o la actuación de “Cariota” Barraza, solo para referirnos al “Deporte Rey”. Pero también tenemos muchísimas gentes famosas, hombres y mujeres, en otras disciplinas deportivas como la natación, lucha libre, boxeo, softbol, levantamiento de pesas, ajedrez, basquetbol, ciclismo, carreras de automóviles, equitación y un largo etcétera, que nos llenan de orgullo y satisfacción, pues fueron o son compatriotas que ganaron medallas honrosas, tanto en competencias nacionales, como internacionales. Una de esas justas, donde hemos ganado varias veces los primeros lugares, son los llamados Juegos del Codicader, a nivel regional.

A eso sumemos, como un justo reconocimiento, la meritísima labor de difusión y apoyo del periodismo escrito, así como de otros medios importantes de la radio y televisión. Precisamente, son miles de compatriotas que lo primero que buscan en los diarios, o escuchan y ven, son las noticias deportivas y dejarían de comer, a la opción de ver un encuentro de sus equipos favoritos. Aunque hasta este momento, no se ha levantado una encuesta con cuántos amantes del deporte contamos en el país, incluyendo en ese término a todas las disciplinas, podría asegurar, sin temor a equivocarme, que los resultados serían más abrumadores que todos los votos escrutados en las recientes elecciones edilicias y legislativas.

Tal vez en las ondas cuánticas del espacio sideral sigan oyéndose las narraciones entusiasmadas de Miguelito Álvarez, de Chalío Hernández Colorado y otros comentaristas del pasado, o quizás los ángeles se diviertan observando las fotografías de acción captadas por Roy Archila y otros divos de la cámara deportiva; pero la tarea continúa indetenible, porque está demostrado que los deportes proporcionan salud corporal e higiene mental, contribuyen a la solidaridad humana, elevan los valores morales y fortalecen la personalidad. La implementación de programas deportivos, desde parvularia hasta la Universidad, debe ser uno de los objetivos primordiales del próximo gobierno, si queremos que haya un buen vivir familiar y social en nuestra patria, sin cuentos de camino real…