Se dice que: “La Libertad es hacer lo que se debe y en el momento indicado sin perjudicar a nadie. El libertinaje es hacer lo que uno quiere sin pensar en los daños colaterales que ocasiona” . Y es precisamente lo que se refleja en el panorama actual en el que los efectos alrededor del tema hídrico está presente la violencia como el lenguaje y el odio y resentimiento el accionar por parte de un sector fanático. Sobre todo, en una sociedad tan conflictiva como la que tenemos hoy día.

Quienes azuzan a las masas olvidan que la convivencia en una sociedad se basa en la tolerancia política, económica, cultural, religiosa, etc. Y es que las reacciones salvajes conllevan a que conversar basado en la racionalidad éste y otros temas se estanquen y se conviertan en cortinas de humo arropadas por la impunidad, fruto de la complicidad de quienes desde el Estado han hecho para sí un festín con los impuestos de los contribuyentes. Por ejemplo: los más de TRESCIENTOS MILLONES DE DOLARES que hasta este día Mauricio Funes (primer gobierno del FMLN) y su clan no han logrado desvanecer los hechos imputados y, por el contrario, los han evadido con complicidad de los suyos.

Ahora bien, el estrés hídrico no se solucionará con ideas unilaterales y peor aun con una atmósfera generada desde el Ejecutivo y sus cómplices en la que el odio y el resentimiento son los ingredientes en esta receta tóxica que envenena cada vez más a esta sedienta población que urge de soluciones técnicas y no políticas. Porque el ente rector en disputa no puede estar sometido a intereses de conveniencias de un partido político como sucede con la “autónoma” ANDA que no transparenta su estado actual financiero y factibilidad a futuro.

Acá el tema central en el que se debe fijar suma atención además, es en la disponibilidad a largo plazo del recurso hídrico, así como la escasez de este vital recurso natural, el cual debe obligarnos a la nación en su conjunto y que solo el uso eficiente contribuirá a que exista un continuo abastecimiento para todo el territorio y, por consiguiente, para el sector generador y dinamizador de la economía como es el sector productivo.

Los agitadores hablan de “privatizar”, sin embargo estos mismos son los que se niegan que mediante el apego de la legalidad se construya una solución eficiente, sostenible y sustentada en la racionalidad. Porque incitar al desorden institucional implica no solo una acción bajera, sino también delincuencial. Tengan presente que las consecuencias de dichas intenciones ilegales implican efectos que los actores son responsables de ellas. No es haciendo uso de la prepotencia, o con aversión a quien piensa diferente como se solucionará esta dinámica social.

Si bien cada quien podrá tener su opinión sobre la ley de agua, sin embargo no vemos una contraparte estatal sensata. Por el contrario, pretenden inundar de embustes que presentan como supuestos hechos que contrastan con la realidad una que no se quiere afrontar, dado el catalogo de impunidad.

El consenso debe estar por encima de consignas ideológicas y de cantaletas del odio. El país urge un diálogo que resuelva sin atacarse, odiarse ni enfrentarse. Cuando la necesidad de un pueblo se manipula se transforma en politiquería que solo satisface el ego de personajes obscuros con ese gen de odio. Porque ocultar la verdad de los hechos es una forma sofisticada de mentir, pero eso es una mentira al fin y al cabo. Bien dicen: “Dale tantito poder a la ignorancia y se convertirá en prepotencia”.