Los desaparecidos no es algo que lo vaya a resolver el gobierno. Ninguno lo hace, mucho menos cuando las cifras desbordan la capacidad de los investigadores. Los desaparecidos no le importan a nadie, y si dicen que sí, solo lo hacen para llamar la atención.

Los desaparecidos parece que ya no vuelven nunca más y solo quedan los amigos, los familiares, algún buen papá, y las eternas lágrimas desconsoladas de las madres esperando que regresen.

Cuando el mentiroso, promiscuo y nefasto Mauricio Funes nos mal gobernó, en los recovecos de su mente enferma, quiso pasar a la historia, incluso ser postulado al Nobel de la Paz, por haber bajado a casi cero los muertos en el país. ¡Casaca barata! Hizo pacto con nuestros enemigos, y empezó la macabra costumbre de los desaparecidos.

En ello no hay delito de homicidio, no hay evidencia, nadie es culpable, los hijos de Belcebú se ríen a carcajadas en su reino de impunidad, y los políticos se ponen a ocultar cifras, a especular que es culpa de la familia, que se fueron huyendo, y así es como los desaparecidos se convirtieron en una nueva desgracia en la hoja de vida de este país de eterno luto.

Si a Nayib Bukele le importaran las verdaderas cosas relevantes para la nación, en vez de embarcarnos en la estúpida travesía del bitcoin, sacando dinero que nadie le había autorizado, ¿por qué no creó una mega fuerza especial con todos los recursos para investigar esas desapariciones?

Pero en honor a la verdad y nada más que a la verdad, a todos los políticos que nos han gobernado, a ninguno les ha importado cambiar el rumbo del país. Seguimos siendo tercermundistas, marginales, a la orilla de la historia y el desarrollo, intrascendentes. Hasta en el fútbol caímos en el abismo y nunca salimos de él.

Ahora que están desfilando políticos en la Asamblea Legislativa, se consolida la verdad todo lo que nos han robado. Da tristeza, luego rabia, por último, asco, y al final la clara sensación que nunca saldremos adelante.

Hay un problema congénito en los políticos y es que al país, a todos por igual, les importa un pito. El mismo código genético. El mismo patrón de conducta.

A Salvador Samayoa le tiraron en la cara que recibía tres mil dólares de la nada, y su defensa fue tan desastrosa que mejor se hubiera ido a refugiar a Nicaragua. La cosa es así de simple: ¿por qué le pagaba Casa Presidencial ese dinero? “A mí no me parecía extraño”, dijo él en su favor. Triste.

Y después, típico de los partidos taxis, el Caronte de Herbert Saca sale a la luz en boca de Carlos Acevedo quien asegura que llevaba paquetes de cuarenta mil o cincuenta mil dólares a los diputados de GANA.

Los sobresueldos en los gobiernos de ARENA. ¿A cuenta de qué se te va a dar un puño de dinero extra si tu sueldo ya está establecido? “Yo no lo veía mal”, dijo la exministra de Educación. Necesitan asesoría legal, no hay duda.

Todos hablan con un descaro tal cual si el pueblo salvadoreño fuera idiota. No pido perdón por mis exabruptos, es que estoy encachimbado. Acá todos estos políticos vienen y van y nos dejan pisoteados.

Y el FMLN no se queda para nada atrás, al contrario, salió corregido y aumentado. Su prófugo Sigfrido Reyes anda huyendo porque su gran fervor guerrillero transmutó en un hedonista deseoso de fortuna. Hasta la nariz se operó. Y no se diga tanto otros actos de corrupción como, por ejemplo, Alba Petróleos. ¿En qué benefició al pueblo el dinero hurtado por el chavismo a los venezolanos? Para crear fortunas a exguerrilleros.

Ahora hasta llego a pensar que los gobiernos de los militares habrán sido los más honestos y los que más obras de envergadura hicieron a favor del país. ¿Quién podrá defendernos? Solo el pueblo salva al pueblo. Nadie más. Mientras tanto en alguna fosa común yace enterrado algún desaparecido. Mientras tanto…en alguna guarida como esclava sexual, o en otros países traficados para ser prostituidos, niños, niñas desaparecidos esperan que los políticos los rescaten, mientras éstos se dedican solo a robar y a mentir.