Como una burla ha tomado el pueblo salvadoreño la noticia de la nacionalización de Funes como nicaragüense, lo que no hace más que confirmar la culpabilidad de sus delitos, pues si fuera inocente, primero no se hubiera escabullido como vil ladrón, segundo no hubiera solicitado ni asilo, ni mucho menos nacionalización y tercero ya hubiera venido a dar la cara para aclarar los malos entendidos.

Pero no es así. Lamentablemente el primer presidente de izquierda resultó mucho peor que el último presidente de derecha; aquellos que tanto se rasgaron las vestiduras hablando de la honradez, la justicia social y el sueño del proletariado, resultaron ser los más “ligeros de cascos”, dejando de manifiesto que no se guiaban por ideales sino por envidias enfermizas, mostrando con alardes su glotonería, su insaciable deseo de embarrarse en las mieles del poder y el dinero, todo lo que tanto criticaron y que tantos muertos aportó. Triste. Definitivamente muy triste. Tuvieron la oportunidad de la vida de hacer historia y escogieron tirarse a las aguas negras de la corrupción y del saqueo a la Nación.

Hoy el primer presidente de izquierda va a pagar por sus delitos; no precisamente en la cárcel, donde sería lo correcto, no precisamente en el país donde fue electo, pero por increíble que parezca, va a pagar caro cada uno de sus delitos, porque conociendo su egocentrismo, sus gustos de Sultán y su vicio por la buena vida, seguro ya lo está pagando y con creces:

  • No está preso en una celda en su país; tiene todo un país extraño por celda. El solo hecho de saber que no puede poner un pie fuera de suelo nicaragüense debe de ser motivo de desesperación. Con todo el dinero que se robó y pudiendo tener el mundo a su alcance, se tendrá que conformar con verlo a través de su pantalla gigante de televisión.

  • Ni hablar de su manía de comprar relojes, lentes, zapatos, computadoras y etílicos carísimos en los grandes y famosos almacenes de Estados Unidos y Europa; se tendrá que conformar con ir al Metrocentro de Managua, que por cierto no es más grande que el que se encuentra en Lourdes, Colón. ¿Y qué decir de sus vacaciones? Pues tendrá que agarrar para Masaya, León o Granada, lindas y pintorescas ciudades nicaragüenses que en nada se asemejan a aquellos viajes en jet privado a Disney World o aquellos exclusivos restaurantes de Coral Gables donde, habano en mano, salía tocando a su mujer.

  • Y su peor castigo, el mismo pueblo de Nicaragua, harto ya de la tiranía y violencia irracional de su presidente, como para venir a aguantar a este personaje en su bendito suelo. Aquí por lo menos tenía a su grupo de ciegos que contra viento y marea aún salen a defenderlo; pero en la tierra del gran poeta Rubén Darío, del cantautor Camilo Zapata y del famoso bailarín clásico, Heriberto Mercado, su desagradable estampa no tiene cabida.


¿Creerá él que se ha burlado de la Justicia y del pueblo salvadoreño? ¿Pensará él que está seguro y puede dormir tranquilo, mas no se ha puesto a pensar que todo lo que sube, baja, y los Ortega Murillo, sus padrinos, están ya más para allá que para acá? Tampoco ha recapacitado que, cuando al salvadoreño se le mete el indio, no hay poder sobre la tierra que nos detenga. Porque somos un pueblo bueno y pacífico, pero cuando nos echan chile, somos cabrones.