Amor en tiempos del cólera de Gabriel García Márquez es uno de mis libros preferidos. Una larga historia de amor en medio de una Cartagena devastada por el virus del cólera. “Amor en tiempos del Coronavirus” de seguro ha significado historias distintas para muchas personas y parejas, pero para un número elevado de mujeres alrededor del mundo y, especialmente en nuestro país, que sufren de violencia doméstica, la cuarentena ordenada para intentar contener el avance del virus ha significado quedar atrapadas 24/7 junto a sus agresores y tener que soportar más insultos, más golpes, más formas de violencia de todo tipo. El peor de los escenarios posibles, un cuento de horror en lugar de una historia de amor.

Las organizaciones de mujeres a nivel nacional e internacional han intentado resaltar este problema mostrando el incremento de las cifras de violencia, que dada la gravedad de la emergencia sanitaria que atravesamos, está pasando desapercibido o ha quedado relegado a un segundo, tercero o cuarto plano. Cuando se usa el término “Coronabuso” generalmente se hace referencia a un incremento del autoritarismo en el mundo resultado de las medidas excepcionales que se han autorizado a los jefes de Estado y de gobierno en varias partes del mundo para luchar contra el virus. Sin embargo, el problema de la violencia contra la mujer también es numéricamente elevado y sus resultados pueden ser igualmente devastadores para para sociedad post-pandemia.

En días recientes, el Secretario General de las Naciones Unidas habló de un incremento “horripilante” en las cifras de violencia contra la mujer a nivel global e hizo un llamado a los gobiernos para que no descuiden este grave problema y para que incorporen medidas de protección hacia las mujeres como parte de una respuesta holística que los países deberían adoptar para enfrentar la pandemia. El incremento de la violencia contra la mujer es lamentablemente parte de los efectos “inesperados” del virus, pero se trata de un problema grave que también puede llegar a ser letal. Su dimensión equivale prácticamente a otra pandemia.

Hay países que a pesar de estar siendo duramente golpeados por el COVID19, han adoptado medidas de urgencia para proteger a las víctimas de violencia doméstica; por ejemplo, Francia informó la semana pasada que en destinará más de 1 millón de Euros para implementar medidas concretas para la víctimas de violencia doméstica: mecanismo de denuncia más ágiles y sencillos, así como refugios fuera del hogar. México también ha implementado algunos mecanismos como, por ejemplo, un botón de pánico electrónico que las mujeres pueden activar en caso de estar en peligro. Otros países, han habilitado un número especial para recibir denuncias y brindar asesoría las 24 horas del día.

En El Salvador, una vocera de ORMUSA informó recientemente que en El Salvador, la violencia doméstica ha incrementado 70% durante la emergencia. Concretamente informó que de un promedio de denuncias diarias entre 35 y 40 al mes, durante la crisis sanitaria, este número se ha incrementado hasta 100 al mes, por lo que esta organización habilitó un correo electrónico y un número de teléfono para recibir denuncias en este periodo. Entre otros ejemplos, el Instituto Salvadoreño de la Mujer (ISDEMU) cuenta desde hace algún tiempo con líneas telefónicas para denunciar hechos de violencia contra la mujer. La Corte Suprema de Justicia cuenta también con una Unidad de Atención Integral para víctimas de violencia de género.

No obstante ello, las estructuras existentes en El Salvador para atender a las mujeres víctimas de violencia doméstica resultan insuficientes en estos momentos, en virtud del alarmante incremento que muestran las cifras y de la situación de encierro forzoso que viven muchas víctimas a merced de sus agresores. El Estado debe tomar acciones más contundentes, tomar en cuenta las recomendaciones de los organismos internacionales para adoptar medidas de protección más eficaces en favor de las víctimas de violencia doméstica como parte de la respuesta al COVID19. No solo es necesario recibir las denuncias, sino que proveer a las víctimas de todo el apoyo que haga falta, incluso de un albergue temporal, para que puedan estar a salvo de su agresor durante la cuarentena. Sin estas medidas, la reconstrucción del tejido social será aún más difícil una vez se haya superado la fase crítica del COVID19.