Inteligente es aquél que en tiempo de crisis sabe dónde ir. Y más inteligente aún el que sabe dónde ya no tiene que seguir. Esto en referencia al inicio de la campaña presidencial en la que distintos retos y ecuaciones sociales están aún pendientes de ser abordadas. Unas más complejas que otras. Sin embargo, para saber cómo enfrentar éste y otros desafíos es preciso estar alerta si los productos electorales por parte de los aspirantes serán plataformas de desarrollo o tuits cuyos contenidos estén ejecutados por personajes altamente cuestionados, carentes de capacidad académica y ética como el candidato de Gana. Y es que la población debe tener claro que en el mundo actual abundan los modelos engañosos de “éxito” que ofrecen tipos con un historial tal que donde quiera que van dejan un desastre.

Caracterizado por la inconsistencia técnica la cual se vincula a la falta de efectividad y transparencia en resolver problemas limitando así metas concretas de desarrollo humano muestra de ello los proyectos que se venden como obras que hasta este día son sinónimo de fracaso y corrupción. De ahí que, la decisión que tome la ciudadanía marcará y describirá lo que nos espera como nación si tomamos la decisión errada. Por ello, es vital conocer desde ya soluciones en la mesa y no tuits cuyos caracteres son basados en el odio de clases. Y es que las cosas no se dicen se hacen porque al hacerse se dicen y hablan por sí mismas en estos casos del futuro presidente a elegir.

Pero proyectos que están sustentados en la misma izquierda resentida social que gira en torno a una quimera de un modelo económico, el cual busca la continuidad de un proyecto tirano, extorsionista y mediocre que no ha evolucionado, a poco sólo porque cambió de color de rojo a celeste y escuchar que el boom publicitario que los respalda es: “El dinero alcanza cuando no se roba”, pero cuando es para contratos millonarios para familiares y la cherada, ahí sí abunda. Por consiguiente, quien ansíe administrar la nación debe entender que las acciones de un gobierno están limitadas por reglas, normas y códigos, porque solo así el votante tendrá la certeza que sus derechos y recursos sean respetados y no alterados o coaccionados.

Esta visión democrática no es del agrado de esos que tienen doble discurso debido a que mientras se presentan como el fármaco de última generación sus efectos secundarios son ya conocidos por quienes tomaron esa receta y que hasta este día viven las consecuencias de ello. Las hojas de vida de los candidatos a Presidente y Vicepresidente deben ser expuestas a la opinión pública, así como sus programas. Solo así conocerá la ciudadanía si reflejan liderazgo, honradez, credibilidad y destreza hacia quienes representarán y administrarán las arcas del tesoro nacional (lo que queda). Si un candidato y su equipo de trabajo niegan su pasado reciente evidencian la falta de moral hacia el votante.

Y es que vivimos en una sociedad donde MENTIR se volvió rutina, TRAICIONAR en monotonía y ser HIPÓCRITA es la ropa de hoy día. De ahí el reflejo de quienes nos gobiernan. Por ello es urgente contar con un liderazgo honesto, con la capacidad de guiar a esta nación fracturada.

Estimado lector: El Salvador, debe poseer un Presidente TERRENAL y no un tipo que crea ser la DIVINIDAD. Bien dijo Confucio: “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes”.