Caracterizado por la inconsistencia técnica la cual se vincula a la falta de efectividad y transparencia en resolver problemas limitando así metas concretas de desarrollo humano muestra de ello los proyectos que se venden como obras que hasta este día son sinónimo de fracaso y corrupción. De ahí que, la decisión que tome la ciudadanía marcará y describirá lo que nos espera como nación si tomamos la decisión errada. Por ello, es vital conocer desde ya soluciones en la mesa y no tuits cuyos caracteres son basados en el odio de clases. Y es que las cosas no se dicen se hacen porque al hacerse se dicen y hablan por sí mismas en estos casos del futuro presidente a elegir.
Pero proyectos que están sustentados en la misma izquierda resentida social que gira en torno a una quimera de un modelo económico, el cual busca la continuidad de un proyecto tirano, extorsionista y mediocre que no ha evolucionado, a poco sólo porque cambió de color de rojo a celeste y escuchar que el boom publicitario que los respalda es: “El dinero alcanza cuando no se roba”, pero cuando es para contratos millonarios para familiares y la cherada, ahí sí abunda. Por consiguiente, quien ansíe administrar la nación debe entender que las acciones de un gobierno están limitadas por reglas, normas y códigos, porque solo así el votante tendrá la certeza que sus derechos y recursos sean respetados y no alterados o coaccionados.
Esta visión democrática no es del agrado de esos que tienen doble discurso debido a que mientras se presentan como el fármaco de última generación sus efectos secundarios son ya conocidos por quienes tomaron esa receta y que hasta este día viven las consecuencias de ello. Las hojas de vida de los candidatos a Presidente y Vicepresidente deben ser expuestas a la opinión pública, así como sus programas. Solo así conocerá la ciudadanía si reflejan liderazgo, honradez, credibilidad y destreza hacia quienes representarán y administrarán las arcas del tesoro nacional (lo que queda). Si un candidato y su equipo de trabajo niegan su pasado reciente evidencian la falta de moral hacia el votante.
Y es que vivimos en una sociedad donde MENTIR se volvió rutina, TRAICIONAR en monotonía y ser HIPÓCRITA es la ropa de hoy día. De ahí el reflejo de quienes nos gobiernan. Por ello es urgente contar con un liderazgo honesto, con la capacidad de guiar a esta nación fracturada.
Estimado lector: El Salvador, debe poseer un Presidente TERRENAL y no un tipo que crea ser la DIVINIDAD. Bien dijo Confucio: “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes”.