Siempre me he preguntado si la idea de que “la polarización en el país nos hunde” o si la idea de que “la ideología no importa” son mensajes efectistas que buscan incentivar a los diferentes sectores sociales a renunciar a sostener, crear y liberar sus propias ideas, y someterlas a un debate sincero, continuo, incansable, pero respetuoso y asertivo, que ayude a resolver los problemas del país en el momento oportuno.

Cuando vota por un partido político, el elector inevitablemente algún día esperará que su candidato elegido defienda ciertas ideas, proyectos o principios; ello, aunque su motivo en ese momento haya sido la honradez del candidato, la ideología o incluso alguna gorra de campaña electoral.

Con un escenario en donde hay diversos partidos políticos, diferentes candidatos, con diferentes sistemas de ideas, es fácil generar un escenario en donde las ideas más fuertes se coloquen en dos polos claros y no es adecuado pedir ausencia de debate. Cuando se manejan las ideas públicamente, es probable estemos ante la presencia de un debate libre en donde el ciudadano tiene no solo el derecho sino la opción de opinar. La pregunta es si esta discusión está siendo acompañada de una parálisis espontánea, involuntaria u operada por un actor interesado.

El diseño financiero del Estado es un tema de interés nacional que encaja como ejemplo. ¿Cómo debe distribuir el Estado el dinero que recibe?, ¿debe ahorrar?, ¿debe endeudarse?, ¿para qué debe endeudarse? ARENA se inclina por un modelo en donde el Estado ahorra y es pequeño, y deja a la empresa generar empleo y subsidia pero solo temporalmente o cuando es incentivo a la inversión; el FMLN parece inclinarse a un modelo en donde prevalece un Estado grande, subsidia necesidades sociales y ve a la empresa privada como un generador de empleo, pero sobre todo como el gran contribuyente fiscal al Estado.

ARENA pide ahorro sin considerar formas de aumentar la recaudación y el segundo solo quiere más ingreso –más impuestos o más deuda– sin abordar con seriedad el tema del gasto.

No es la mera existencia de polos opuestos lo que frena las decisiones del país. Son las personas y no lo hacen mediante la polarización fruto del debate, sino mediante la parálisis, la intolerancia y el irrespeto a las ideas contrarias.

Hay algo peor que la polarización y es la deliberada estrategia de prolongar discusiones y decisiones: es la parálisis, la ausencia del debate sincero y asertivo de los temas trascendentales para el país y la población, la ausencia de una discusión para que sencillamente no se haga nada.

El lugar ideal de debate asertivo debería ser, desde hace mucho tiempo, la Asamblea Legislativa. Sin embargo, falta debate, falta que aunque sea las ideas se pongan en el tapete de una manera ordenada y sincera. No debe ser normal que un diputado en lugar de fijar postura diga que apoyarán la decisión del más grande, que no tiene posición o que preguntará a su dirigencia. O que, 10 días antes de una gran crisis, tome una decisión.

La ausencia de ideas ha sido un síntoma del partido que solo está interesado en negociar poder. La falta de debate, la falta de propuestas que unan intereses comunes, la falta de ideas y de respeto a las ideas del otro partido político, sumada a los intereses electorales y personales, es lo que frena decisiones en el país.