El principal asesor de Joe Biden, para asuntos latinoamericanos, Juan González, dijo enfáticamente que los Estados Unidos no permitirán que El Salvador se convierta en una nueva Venezuela. ¿Pero qué van a hacer? ¡Por favor! ¿Y cómo? Todas estas cosas suceden (la destrucción de las democracias), porque ni los Estados Unidos, ni la OEA, ni la ONU hacen absolutamente nada, a pesar del grito desconsolador de los pueblos. No hacen nada a pesar de tener instrumentos legales internacionales que les proporcionan muchas herramientas, los cuales han sido suscritos por las mismas naciones que se están hundiendo en el fango de las dictaduras.

Tuitear no cuenta. No vale nada.

Hay un fenómeno geopolítico que se ha venido desarrollando en las últimas décadas, y es que ni a la Casa Blanca ni al Pentágono les interesa ya andar poniendo o quitando presidentes en su patio trasero. Por muchas razones: por enojo de los mismos contribuyentes, por el desprestigio internacional, por el gasto excesivo, incluso hasta por el surgir de verdaderas aspiraciones democráticas hacia la región, ¡por lo que sea!, pero ya no les interesa, y me remito a los hechos.

Como nota previa aclaratoria: el país del norte tiene suficiente poder para hacerlo, o sea, no se engañen pensando que han sido grandes triunfos del pueblo. Simplemente, no ha querido el imperio.

La llegada de Hugo Chávez, la permanencia de su heredero Nicolás Maduro, Evo Morales, Rafael Correa, Lula da Silva, Dilma Rousseff, los Kirchner, la exguerrilla del FMLN, Fernando Lugo, Daniel Ortega, Andrés Manuel López Obrador. ¡Hombre! Todos ellos y ellas suman –contando sus reelecciones- una inmensa cantidad de años de gobiernos de izquierda, antiyanqui, totalmente opuestos a los intereses norteamericanos o al menos no simpatizantes.

Y con las excepciones de Lugo, que era un promiscuo, y la Rousseff, todos han terminado sus mandatos.

Y con Cuba no ha pasado del embargo y de enseñarle los colmillos cada cierto tiempo. Y un embargo gallogallina, porque montón de países amigos de los Estados Unidos comercian con la isla. Entonces, ¿qué podemos esperar del analista de nuestra región y asesor de Joe Biden? Nada.

Con respecto a los huéspedes de turno en la Casa Blanca mis gustos y disgustos se reparten por igual, y siendo que son los que gobiernan el mundo y sus decisiones nos afectan, paso pendiente de lo que hacen. De los demócratas me simpatiza que son menos radicales e inhumanos en el tema migratorio (aunque al final del día es lo mismo o peor), son grandes defensores de los derechos civiles, sus decisiones procuran ayudar a las inmensas mayorías, pero son tan lentos en reaccionar ante las amenazas mundiales que asustan.

De los republicanos me irrita su favoritismo descarado por la empresa privada, muchas veces en franco detrimento de las conquistas sociales de los trabajadores, pero en lo que respecta a los mandatarios de otros países, que se están saliendo del huacal, son contundentes, aunque Donald Trump, al final, fue una decepción en este sentido. Trump fue solo gritos, ladridos, pero no hizo nada contra la tiranía de los narcomilitares y su títere Nicolás Maduro, ni contra Kim Jong un, a pesar de ser una aterradora amenaza nuclear para la humanidad; y con Vladimir Putín se mandaban cartitas de amor. Ya no hay más Reagan ni Bush h.

¿Qué puede hacer la administración Biden para detener al sultán Bukele que lleva al acantilado de la dictadura y la quiebra económica a este pobre y sufrido país? (no veo a la CIA haciendo lo que solía hacer). No pueden hacer nada ellos solos, sino mediante la OEA.

Es cierto que pueden quitar visas y cerrar las válvulas de ayuda monetaria y otro tipo de situaciones, tales cual cortar becas, asistencia técnica y similares, pero eso lo que al final consigue es que el gobierno hostigado coquetee con los rusos o los chinos. Es cierto que los Estados Unidos siempre han visto de menos, casi con desprecio, a la Organización de Estados Americanos, pero si algo se podría hacer para detener la vorágine de destrucción de la democracia sería por medio de ella. No hay más.