Cada país, cada nación, cada pueblo, vive su propio proceso político, el cual no para ni se detiene nunca, pues es inherente a la propia vida en común, a la vida de la polis pues. Pero el proceso político no es, ni se manifiesta como un proceso lineal, en sentido horizontal, ni como una línea o flecha recta y uniforme de tiempo, nada más alejado de la realidad. Al contrario, el proceso político de un pueblo se presenta siempre de una forma cíclica, a veces “aparentemente” errática, pues siendo el proceso político una manifestación más del proceso histórico de un país, no podría manifestarse de una forma diversa a la de éste, y como ya lo he expresado en anteriores ocasiones, la historia se muestra siempre cíclica, en ese tipo de movilización pendular, pero que va siempre hacia adelante –si se puede hablar verdaderamente de un “adelante” y un “atrás” en la historia-, tal y como la describiría ese gran filósofo Español de la primera mitad del siglo XX, José Ortega y Gasset.

Dicho lo anterior, voy a extrapolar las ideas al campo de la política, y más particularmente al de la política vernácula, a nuestro propio proceso político que, a mi modo de ver, se encuentra en un punto de mucha inflexión, adonde nos encontramos en un pico del ciclo que podríamos llamar de vanguardia, adonde salimos del ciclo político establecido en la post-guerra, con los actores políticos principales que fueron nada más y nada menos que las partes en conflicto, hacia un nuevo ciclo político, adonde dos cosas son novedosas: No serán los actores políticos principales los mismos actores de la post-guerra, ni la dinámica del ejercicio del poder político será la misma en la nueva etapa. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que el ciclo político inaugurado en la post-guerra, comenzó su principio de su fin el 4 de marzo del año pasado, se reafirmó contundentemente el 3 de febrero de este año, y llegará a su culminé en marzo del 2021.

Pero nos preguntamos válidamente ¿Cuál es el ciclo político que se inaugura y cuál es la caracterización del mismo en términos descriptivos y comparativos, versus el ciclo político que termina? ¿Cuál es el futuro de la clase política salvadoreña en un estado de cosas adonde parece que la población demanda de una nueva ética en el ejercicio del poder y una nueva manera de gobernar? Parece que la población ya no está dispuesta a tolerar más el ejercicio de la corrupción, porque parece que finalmente ha logrado vincular de alguna manera, que esa corrupción es la que la tiene sumida en la pobreza y la marginación, que es la causa de todos los males.

Y siendo que mañana asume la presidencia el primer presidente del nuevo ciclo político del país, le dedico una carta que Camilo José Cela –premio Nobel de literatura- le dedicó en su día a José María Aznar cuando asumió el poder: “Enumeración de los rasgos de un buen Presidente del Gobierno: Debe ser joven pero no bisoño (inexperto), la juventud es una fuerza que se precisa para la política pero la bisoñería es algo que debe haberse dejado ya a la espalda. Debe tener cierta buena presencia pero no necesita ni parecer un maniquí ni un banderillero. Debe tener facilidad de palabra pero no dejarse arrastrar por ella ni menos aún usarla para disfrazar el pensamiento ni dejar las preguntas sin respuesta. Debe hablar el español sin acento alguno y el francés y el inglés con un ligero y patriótico mal acento. Debe no haber cortado amarras ni con la vida ni con la calle. Debe no presentarse jamás caracterizado de nada. Debe ser honrado a carta cabal y no ir jamás detrás del dinero; los grandes políticos que en el mundo han sido, no robaron porque supieron siempre que era el dinero el que iba tras el poder y no al contrario. Hace unos años hubiera dicho que debería haber comido con cubiertos de plata desde pequeñito, ahora ya no es preciso porque hay cuberterías de acero inoxidable muy originales y elegantes. También debe ganar las elecciones, claro es, pero sin olvidar que las urnas dan el poder, sí, esa noción que tiene un límite en el tiempo y en la intención, pero no obligadamente aportan la sabiduría o la prudencia. Se necesita un Presidente del Gobierno y se busca un hombre que se parezca, siquiera por aproximación, a este retrato”.

Nayib, por el bien de nuestro querido país, te deseo lo mejor como gobernante. Forza hermano, forza…