En una ocasión el Señor Jesucristo, dio una dura reprensión a los fariseos y a todos aquellos judíos que vivían bajo el manto de la religiosidad y la hipocresía, situación que iba en detrimento de los mas necesitados en Israel, este relato lo encontramos en el evangelio según Mateo 9:16-17. “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente”

En este contexto, existía una oposición férrea sobre las enseñanzas que estaba dando el Señor Jesucristo, dado que dejaba en evidencias las injusticias, los abusos y la corrupción en la que estaba inmersa la sociedad judía, particularmente la clase religiosa conformada por los fariseos, saduceos y escribas, quienes se dieron por aludidos debido a la doble moral y la vida licenciosa que llevaban. De modo que el vestido viejo representa la tradición y las enseñanzas vacías qué daban día a día los religiosos, pero que no cambian al estilo de vida de ningún judío, ya que estaban basados en preceptos que carecían de amor.

Por el contrario el paño nuevo es el evangelio del Señor Jesucristo, lo cual no era posible contener en una mente compuesta por tradiciones y preceptos religiosos, ya que aceptar el evangelio implica una metanoia, es decir una conversión genuina que conduzca al ser humano a dar frutos dignos de arrepentimiento, del mismo modo el Señor Jesucristo, usa una segunda referencia, “ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden” de manera que el vino nuevo esta representado por el nuevo nacimiento después de haber creído en el Señor Jesucristo.

Sin embargo, la clase religiosa no estaba dispuesta a recibir el vino nuevo, porque el odre que usaban era viejo, se habían acostumbrado a una vida de lujos, algunos de los sacerdotes eran obscenamente ricos, torcían los juicios en detrimento de los mas necesitados, eran indiferentes a los huérfanos, las viudas y los pobres, por esa razón resistieron las enseñanzas del Señor Jesucristo, que denuncio públicamente la corrupción religiosa, al decirles; !!Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis.

Del mismo modo desnudó la hipocresía que imperaba en los corazones de los religiosos, en el evangelio según Mateo 23:2-7. En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.

Parecerá que la historia de los abusos de autoridad, la hipocresía y la corrupción se repite en todos las áreas y no únicamente en el ambiente religioso. Es lamentable que mientras miles de salvadoreños no tienen un techo digno ni abrigo ni alimento, ciertos religiosos viven en opulencia, es triste que mientras algunos compatriotas no encuentran empleo, la clase política contrata en el gobierno a sus amigos, primos, hermanos y tíos, es una hipocresía decir que los demás son ladrones, pero negarse a dar cuentas de cómo se gasta el dinero publico, es equivalente a ser ladrón, sobre todo por las múltiples necesidades que tiene El Salvador, producto de los robos sistemáticos de ciertos políticos sin escrúpulos.