Un aspecto pocas veces tratado es el coste millonario que representa la violencia criminal que sufre nuestro país. En efecto, con frecuencia nos referimos únicamente a las pérdidas en vidas de muchos miles de personas, sin distingo de género, edad y condición, inclusive niños de corta edad pero, cuando enfocamos económicamente este fenómeno de la patología social, siempre lo hacemos en función de que dicha violencia desmotiva las inversiones, causa deterioro en las empresas, industrias y negocios, a quienes se les cobra obligatoriamente grandes sumas en concepto de extorsiones, omitiendo tocar el rubro fatídico que representa, por una parte, el coste por cada salvadoreño que pierde su existencia, como cruel consecuencia de la acción malévola de las asociaciones terroristas y, por otra, lo que podría percibir el Erario en tributos, si esa gran cantidad de fallecidos y pandilleros (en edad laboral), estuvieran trabajando. Son dos partes de un mismo rubro: una economía nacional deficitaria.

De este letargo investigativo, nos ha despertado el Banco Central de Reserva de nuestro país (BCR), con un estudio sobre tan interesante panorama que lo difundió sintetizado, pero suficientemente explicado, este respetable medio en su edición del sábado 30 de abril recién pasado, gracias a la capacidad sinóptica de Fátima Kiste, redactora económica. De hecho, solo el antetítulo que encabeza el reportaje es para causar preocupación a tirios y troyanos, sin importar su inclinación o color partidario: “La violencia le costó al país más de cuatro mil millones de dólares solo en 2014”, mismo que hubiera sido también titular de portada por su impacto sociopolítico y emocional, pues esa enorme cantidad es casi igual al monto de todas las pensiones privadas que se pretende estatizar, además de ofrecernos una visión panorámica, pero dantesca, de gran relieve e impacto para el presente y el futuro inmediato de la nación entera, que debe constituir, de hoy en adelante, la primera temática a considerar dentro de los planes de seguridad. ¡Ninguna nación es capaz de soportar un desbalance multimillonario anual, como el manifestado por la institución bancaria!

Aunque los datos se refieren a estadísticas de hace dos años, es oportuno recalcar que otras líneas indican que la economía perdió nada menos que ocho mil 175 dólares por cada asesinado en 2014, en cuanto al aporte que una persona pudo generar, pero que no concretó al morir anticipadamente en forma violenta. Asimismo, entre otras cosas, señala que el Estado pierde en aportes unos 270 millones al año si los ahora reos trabajaran, caso fueran libres de haber cometido delitos. No voy a repetir todo lo que ya se encuentra publicado. Son datos que alarman, pero que también deben motivar a todas las fuerzas vivas del país, a buscar consensos armónicos, sin intereses electoreros, que nos encaminen a solucionar, con honestidad y patriotismo, este grave problema que venimos arrastrando, como pesado lastre indeseable, desde el final de la guerra civil fratricida, que algunos funcionarios y entidades siguen aún removiendo sus cenizas en forma insensata y poco cristiana. Incluso, aprovecho este espacio para instar a las universidades privadas (porque la UES parece adormitada), a realizar un foro interdisciplinario donde se analice, en conjunto, este importante estudio del BCR y dar recomendaciones útiles y viables al gabinete de seguridad. De manera especial, me dirijo a la Utec y UFG, para que esas dos casas de estudios superiores den vida e inicio a la sugerencia que les formulo con conocimiento de causa, por constarme “de vistas y oídas”, que mantienen dinámicos equipos de investigadores, sin desmérito de las demás universidades.

Felicitamos al BCR por ese estudio que se debe al Lic. Arnulfo Quintanilla y otros profesionales, el cual deseamos poseer para un amplio conocimiento y comentario del mismo; también reconocemos el interés de quienes integran la redacción económica de este medio veraz y objetivo, del cual nos sentimos honrados por ser sus asiduos columnistas.