Este 14 de julio, Francia celebra su fiesta nacional en la cual se conmemora la toma de la prisión Bastilla en París, un símbolo del inicio del fin del poder absolutista de la monarquía francesa. El embajador David Izzo, quien explica la inspiración que provoca esta fiesta, ve en El Salvador avances en la democracia y pocos riesgos, incluso, de populismo. Asegura que el país tiene instituciones fuertes e incluye a los partidos políticos en esta solidez. Prefiere, dice, partidos con ideas, estructuras partidarias que conglomerados de ambiciones individuales. El embajador cree que los partidos deben modernizarse.
¿Qué significa la fiesta nacional de Francia?
Es una celebración nacional pero que tiene un valor simbólico para los franceses y tal vez más allá de Francia, porque permitió la Declaración de los Derechos Humanos, la abolición de los privilegios y ha sido un momento importante para Francia, para cierto espíritu de libertad, de fraternidad en Europa, que inspiró a revolucionarios en América Latina, Simón Bolívar.
Muchas veces se entiende que la República siempre ha existido y no se tiene conciencia que antes no era así.
Si hay un mensaje válido para todos nosotros es que la república, la democracia no es un hecho, es fruto de una lucha de nuestros ancestros y es un compromiso diario de la población. Muchas veces se puede leer hay demasiados diputados, cuesta muchísimo, tal vez, es normal; pero la democracia tiene un costo, organizar elecciones tiene un costo. Hay que acatar el costo de la democracia porque es la consecuencia de un régimen por lo cual hemos luchado. Como decía (Winston) Churchill la democracia es el peor de todos los regímenes, a la excepción de todos los otros.
¿Qué mensaje da esto a los salvadoreños?
Creo que el mensaje de la revolución francesa sigue un mensaje moderno y de actualidad: luchar para sus derechos, implementar políticas inclusivas, armonizar las desigualdades y la fractura social que puede existir en nuestros países, construir una fraternidad a pesar de las diferencias de clases sociales, hay diferencias, eso es normal, pero la responsabilidad de un Estado como nación es armonizar las fracturas entre sus hijos y crear condiciones de una igualdad de oportunidades para todos.
El Salvador está un momento decisivo, una elección presidencial, elecciones de magistrados de la Corte y después fiscal. ¿Se respeta la institucionidad y qué tan clave es esta elección?
Los partidos y la sociedad salvadoreña decidieron el camino de la paz hace 26 años. Se fortalecieron las instituciones, el 4 de marzo pasado hubo elecciones y vinieron misiones de observación electoral que constataron la buena organización del escrutinio a pesar de algunas dificultades porque ustedes tienen un sistema súper complicado, pero es el que ustedes escogieron. La institucionalidad en El Salvador funciona. Vemos lo que pasa en la región, que no funciona tan bien, Nicaragua en este momento, Honduras al final del año pasado, etcétera. El Salvador tiene esa fuerza democrática que transmite un mensaje muy positivo al exterior como país. Esta semana o los próximos días, tiene la responsabilidad de elegir la Sala de lo Constitucional. Es importantísimo. He leído muchas veces que los magistrados no tenían que ser políticos, no estoy de acuerdo porque una Sala tiene la responsabilidad de decir el derecho pero hay miles maneras de interpretar el derecho. El derecho no es absoluto. Nosotros abogamos por la evolución del derecho salvadoreño. No es aceptable que mujeres sean condenadas a decenas de años de cárcel por problemas de salud obstétrica. Los magistrados tienen una responsabilidad importantísima, también es una elección política, los diputados son políticos.
¿Pero la pertenencia partidaria no es mala en un magistrado, tomando en cuenta que en El Salvador los partidos tienden a acuerpar a sus funcionarios ante la justicia?
Un magistrado tiene sus propias opiniones que influyen sobre sus decisiones. Después hay la pertenencia directa o indirecta a un partido, eso no puede ser, pero no se puede impedir a alguien competente, formado, capacitado de ser elegido magistrado porque hace 10 o 15 años militó en un partido. Yo represento mi gobierno, en mi juventud milité dentro de un partido político francés y hoy represento a todo mi país.
¿Las instituciones han avanzado en la lucha contra la corrupción?
El factor de que hablemos de lucha contra la corrupción es una buena cosa. Hay casos grandes abiertos por la Fiscalía, expresidentes, hay progreso, lo que es importante es que funciona la institucionalidad en todos sus aspectos, en todas sus consecuencias. Hemos leído, cuando se habla de $300 millones, $350 millones en el otro quinquenio, son montos absurdamente elevados, espero que no sea la realidad de todo lo que se desvió, porque eso sería o fue un golpe muy duro para la población, son sus impuestos esta plata, debió servir para mejorar la educación, la salud, la seguridad. La lucha contra la corrupción debe ser total, determinada y absoluta... Pero esos casos tienen que llegar hasta el final. Tenemos que luchar con determinación contra este flagelo porque la dificultad que tenemos es que la capacidad de investigación muchas veces no tiene los instrumentos de los corruptos.
¿Hay riesgo de frenar esa lucha?
No puedo imaginar que sea el caso. Hasta que me prueben lo contrario. Tenemos una relación muy estrecha con el gobierno, tenemos contactos directos, fluidos, explicaciones, hasta el momento hemos tenido todas las respuestas en torno de estos casos.
¿El Salvador tiene peligro de caer en una crisis como la de Nicaragua?
No. Las elecciones del 4 de marzo demuestran que funciona el sistema democrático salvadoreño; tiene fuerza, hay partidos políticos fuertes, hay opciones democráticas, los ciudadanos, si no les gusta un partido, tienen la libertad de escoger otro, porque los actores de la sociedad salvadoreña tuvieron coraje; que ha sido difícil negociar la paz y este camino es una demostración hacia los propios salvadoreños pero también hacia la comunidad internacional de que este país pudo sobrepasar sus dificultades internas y escoger otro camino (distinto) a la violencia, para hacer su vida política. Tenemos partidos fuertes, oposiciones, peleas, pero eso debe ser. Yo no veo perspectivas contrarias para El Salvador.
¿Cuáles podrían ser los principales obstáculos a la democracia salvadoreña?
Creo que, no es propio a El Salvador, nuestras democracias se encuentran en un periodo de desafíos fuertes. Hemos visto en varios países movimientos populistas, propuestas demagógicas y resultados electorales a veces sorprendentes. El desafío es, creo, para todos los responsables políticos y los partidos de modernizarse; la manera como se vive y se hace la política ha cambiado, las redes sociales, el contacto y la interpelación directa entre ciudadanos y responsables políticos, la transparencia, es una buena cosa pero también tiene un efecto perverso; hay que explicar que un diputado, un ministro, merece ganar un salario digno y que eso le permite no ser corrupto. Creo que los partidos también tienen que hacer un esfuerzo hacia sus propios miembros y representantes para que no se corten de sus electores. La transparencia es una de esas soluciones. Es necesario que los diputados, las asambleas, actúen de manera más visiblemente a favor de los ciudadanos, es normal tener peleas, pero al final muchas veces las decisiones son votadas por consenso y si hay consenso hubo discusiones o acuerdo, son buenas cosas. Me alegró de que la Asamblea votó algunos préstamos a favor de proyectos sociales, no es normal de que se necesite tanto trabajo para tomar decisiones que todo el mundo acepta.
¿Cómo ve el panorama de las elecciones 2019?, ¿ve un riesgo?
El panorama no está totalmente esclarecido, tenemos que esperar 3 o 7 de agosto para saber cuántos y quiénes serán los candidatos, de lo que he podido leer, me parece que los salvadoreños tendrán opciones y podrán escoger, eso es lo más importante en una democracia, tener opciones, creo que eso faltó en otros países de la región, explica por qué hay violencia en este momento. No soy embajador en otros países, pero vivo aquí y lo que puedo constatar es que la prensa es libre, al menos, no hay amenazas contra los periodistas como en Colombia, México; hay partidos fuertes, con ideología, eso es importante en la democracia, yo prefiero un país donde hay partidos fuertes, con ideas, estructuras partidarias, organizaciones, una visión de lo que quieren, que países donde no hay partidos sino conglomerados de ambiciones individuales.
¿No cree que estén débiles?
No me parecen débiles.
Por las encuestas.
Eso es parte de lo que se vive, la dificultad de nuestra democracia, igual que Francia. Pero se crean nuevos partidos también, se renuevan las opciones. Yo creo que la democracia necesita filtros y el mejor filtro son los partidos, cuando no son obstáculos a la expresión a la voluntad popular, cuando interpretan la voluntad popular; pero tienen que adaptarse, tienen que modernizarse y cada uno de los partidos viven en su manera un proceso interno después de las elecciones legislativas, hay cambios, hubo elecciones primarias, hubo sorpresas a veces y los candidatos conocidos son opciones diferentes e interesantes. Yo espero ver propuestas más concretas. Pero yo siento que la democracia salvadoreña está viva, funciona, con sus desafíos, obviamente hay desilusiones en parte de la población porque las mejoras no son suficientemente amplias, rápidas, pero al final es que, si hay insatisfacción, la mejor respuesta se encontrará en las urnas.
¿Ve un riesgo de populismo?
Ojalá que no. El populismo es la facilidad y es un riesgo para la democracia, pero también pienso que El Salvador tiene instituciones fuertes, no es tan alto aquí (el riesgo) como en otros países y eso es un factor favorable.