Jandir Rodríguez, artista nicaragüense en el exilio.


El cantautor nicaragüense Jandir Rodríguez, quien visitó recientemente El Salvador, relata cómo a fuerza de amenaza fue obligado a salir de Nicaragua, cuyo gobierno mantiene una política de represión contra todo aquel que se exprese contra el régimen de Daniel Ortega. Invita a la población a meterse en política y a los latinoamericanos a ver en la situación de Nicaragua un espejo. Teme que el diálogo se vuelva un pacto entre la cúpula empresarial y el Gobierno, en donde privilegien a la economía y no a la población. El estudiante de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua cuenta cómo su canción “Héroes de Abril” se volvió el himno de la lucha por las libertades en su país.

 

¿Quién es Jandir Rodríguez en realidad y qué ha sido de ti desde el año pasado, cuando Nicaragua vuelve a ponerse en primera plana?

Me había independizado de la familia hace tres años, vivía en una casa cural en León; cantaba en las misas, daban pago simbólico por cantar, me pagaba todo lo que tenía que ver con la Universidad y vivía de manera independiente en León. Siempre han sido una gran influencia para mí todos los trovadores de América Latina y yo siempre trataba de componer canciones. Cuando estalló la protesta siempre tuve la disposición y la idea de hacer canciones sobre lo que estaba pasando en Nicaragua. De esa manera fue que vino “Héroes de Abril”, que se ha convertido en un himno de la gente, de nuestra resistencia pacífica en Nicaragua. A raíz de estas canciones tuve que salir del país por constantes amenazas de adeptos al gobierno y salí a Guatemala; he encontrado muchos amigos que me han ayudado para independizarme; me he ganado una beca para estudiar una Licenciatura en ejecución de música popular y contemporánea en la Universidad Da Vinci, la única Facultad de Música de Centroamérica; estoy estudiando y sobreviviendo en Guatemala de la música. Acá en El Salvador se pusieron en contacto conmigo de “Unidos por Nicaragua” para cantar y apoyar esta causa de recaudar fondos para los refugiados nicaragüenses en Costa Rica.

 

¿Dónde estabas cuando estalla la rebelión y cómo la escribes?

La escribí un mes exactamente después de iniciadas las protestas. Cuando la escribí iban 67 muertos, por eso la canción dice: “sesenta y tantos”, hoy son más de 500, centenares de presos políticos y miles de personas que han tenido que abandonar el país. La escribí un jueves 18 de mayo a las cinco de la tarde y terminé a las seis y media, estaba en la casa cural... Al final me decanté por escribir una canción y por poner a Nicaragua como una mujer a la que le han matado a sus hijos y ella está contando su propia historia. Esta canción empieza con las primeras cuatro notas del himno nacional y es un son nica, es muy simbólica, con bastante simbolismo nicaragüense, una parte del himno y empieza diciendo: “Soy la Nicaragua”, es una canción pensada para esa ocasión.

 

¿Nos podrías contar las reacciones negativas al mensaje que estabas compartiendo a través de tu música?

Para la dictadura, para el régimen, todas las voces disidentes son enemigas, independientemente de que en la Constitución esté estipulado que nosotros tenemos derecho a la protesta y tenemos derecho también a la libertad de expresión. Yo empecé a recibir amenazas a partir de julio, que ya eran dos meses después que yo había compuesto la canción... Ya empecé a recibir llamadas anónimas, mensajes advirtiéndome, diciéndome de que “si no me callaba me iban a callar”, que “dejara de componer”, incluso “que borrara los vídeos que tenía en mi página”, “que borrara la canción”, “que hiciera lo posible por desaparecer la canción”, pero ya era inevitable, todo el mundo la andaba en sus teléfonos, todo el mundo la reproducía en las marchas, allí iba sonando mi canción o me mandaban vídeos y me decían: “Mira, aquí iba sonando tu canción”, en Matagalpa, en Estelí, en Managua, en todos lados del país sonando, ya para mí era inevitable y tampoco lo habría hecho… Entonces, recibí muchas amenazas y a causa de estas amenazas tenía yo prácticamente casa por cárcel, estaba en mi casa y no salía de la casa porque ya habían muchos secuestros de jóvenes, que ahora son los presos políticos que ya son mas de 700 presos políticos; y entonces, debido a todo esto, tuve que estar en casa por cárcel y cuando tuve la primera oportunidad de salir del país lo hice. Yo necesitaba compartir mis demás canciones también y necesitaba un poco de libertad: ya estaba casi cayendo en depresión en mi casa porque no salía, yo me sentía sumamente frustrado.

 

Como cantautor, como estudiante universitario y como joven que formaste parte activa de las protestas, ¿has conocido otros casos de “trabajadores de la cultura” víctimas de la represión del gobierno?

La gran mayoría de artistas en Nicaragua han estado a favor de la lucha pacífica, porque es la gran mayoría la que está en contra de la dictadura… Carlos Mejía, Luis Enrique Mejía, que han sido considerados cantantes iconos de nuestra música, están en el exilio. Yo iba a grabar una canción con Don Carlos que se llama “Alfonsina de abril”, porque cuando grabé una que se llama “El Libertador” él estaba en el estudio; le presenté esta otra canción y le pedí la colaboración en esa canción y me dijo que sí, pero como a la semana él tuvo que salir del país por constantes amenazas y la gran mayoría de artistas de Nicaragua que se han expresado a favor de la lucha pacífica han tenido que salir. Todos estamos en el exilio. En Costa Rica, hay una organización que se llama “Artex”, “Artistas exiliados”, hay músicos, bailarines, diseñadores gráficos, de todo tipo de artistas; los artistas nicaragüenses estamos en el exilio. Nicaragua hoy en día es un país sin arte, sin periodistas, sin voces disidentes, sin líderes, sin estudiantes, sin universitarios; es un país que ha quedado sin libertades, sin voces disidentes, porque todos hemos tenido que salir por temor a las represalias.



¿Cuál es la situación del poeta Ernesto Cardenal?

En los últimos meses ha estado muy delicado de salud. El Vaticano le ha levantado la sanción que le había puesto desde los años ochentas cuando era el boom de la teología de la liberación, vuelve a ser ministro del sacerdocio en Nicaragua. Para el Gobierno, Ernesto Cardenal siempre fue un cero a la izquierda, porque siempre fue una voz disidente, fue alguien que no estuvo de acuerdo con todo lo que han hecho del sandinismo. Ahora no es sandinismo sino “orteguismo”. Igual de grandes escritores como Gioconda Belli, Sergio Ramírez, ganador del Premio Cervantes del año pasado, han sido absolutamente eclipsados y hechos a un lado por ser disidentes y por no estar de acuerdo con esta situación.

 

¿Cuál es tu valoración del papel de la Iglesia Católica desde abril pasado?

Juega un papel fundamental. Yo digo que si la Iglesia Católica no hubiera intercedido como lo ha hecho, tendría mucho más muertos y quizás tendríamos una guerra civil en Nicaragua; desde el primer momento estuvo del lado de los oprimidos, del lado del pueblo, han sabido como organización, como Conferencia Episcopal, dejar a un lado sus diferencias personales, porque las hay; han sabido dejar todo eso al lado y ponerse del lado del pueblo y levantar la voz por el pueblo y a causa de eso ha habido iglesias que han sido baleadas; ha habido sacerdotes que han sido violentados, maltratados, que han tenido que salir al exilio por constantes amenazas. La Iglesia ha estado del lado correcto, del lado del pueblo y su papel ha sido sumamente fundamental, a tal punto que ellos fueron los mediadores del primer diálogo en mayo (2018) y han abanderado el hecho de que en Nicaragua la única solución que puede haber es pacífica.

 

¿Has podido percibir una injerencia del gobierno venezolano en apoyo del gobierno de Nicaragua?

Las ideas y los patrones en Venezuela, en la represión a lo largo de los últimos cinco años, se repiten de manera constante en Nicaragua y en Nicaragua es todavía más fuerte que en Venezuela. Es el mismo patrón que en Venezuela, pero todavía más violento… En Nicaragua tenemos más muertos en un año que los que Venezuela ha tenido en cinco años por represión y definitivamente que allí ha estado la mano de la dictadura venezolana. Nicaragua es una réplica de la dictadura venezolana y lo han llevado a cabo con creces; Nicaragua en represión ha superado lo que ha hecho Nicolás Maduro, a tal punto que ya nuestra economía está cayendo a pique y Nicaragua no es Venezuela que tiene petróleo, definitivamente la mano de Venezuela y de Cuba han estado en la historia nicaragüense, eso es inherente al socialismo.

 

¿Están dadas las condiciones para un segundo intento de diálogo? ¿Hay oportunidad todavía para el diálogo en Nicaragua?

La Unab, la “Unión Azul y Blanco”, se formó a raíz de muchos movimientos sociales que surgieron a partir de abril, donde están campesinos, estudiantes, sociedad civil, empresarios, ellos han sido claros y me alegra que han sido firmes en establecer condiciones para negociar con el gobierno. Entre esas condiciones están la liberación de todos los presos políticos en mi país, el adelanto de las elecciones, que es un tema que se va llevar a la agenda y que precisamente ayer Azalea Solís, miembro de esta mesa de negociación como parte de la oposición, ha dicho que, si para el 3 de abril no han soltado a todos los presos políticos y el gobierno no se compromete a realizar elecciones anticipadas, se van a levantar de la mesa de negociación porque el gobierno debe dar muestras de disposición política para negociar. Si esto no pasa, es como una artimaña de Ortega para ganar tiempo y eso es lo que no queremos, queremos soluciones inmediatas, porque Nicaragua urge de eso ya, no podemos pasarnos más de un año en esta crisis, no podemos dejar que el país se venga totalmente a pique, definitivamente que después de que pase toda esta situación, que en algún momento va a pasar, nosotros tenemos la responsabilidad de reconstruir el país, que va ser muy difícil porque hay mucho odio. Y hay mucho odio tanto de un lado como del otro. Definitivamente los adeptos al gobierno han creado mucho odio y obviamente las familias a las que han matado a sus hijos, a los que les tienen presos, pues esto es inevitable… El odio y el rencor que existe en Nicaragua ahorita es muy grande. Lo vemos -el diálogo- con los ojos de la esperanza, esperamos de verdad que de esa negociación haya frutos de verdad. Nosotros tenemos miedo de que esta negociación sea un pacto entre la cúpula empresarial y el gobierno, en el que pongan como centro la economía y no el bienestar y los derechos humanos de los ciudadanos de Nicaragua, pero sí esperamos que el diálogo es la mejor manera de salir de esta crisis.

 

¿Cuál sería tu mensaje para los ciudadanos de la región y del mundo que son testigos de lo que ocurre en Nicaragua?

He escuchado la frase “Nadie aprende con socialismo ajeno”. Yo no tengo nada en contra del socialismo ni de una ideología, siempre y cuando esa ideología no transgreda los derechos humanos ni los derechos de los demás. Creo que Nicaragua es un gran espejo en el que se tiene que ver toda nuestra región, toda Latinoamérica y todo el mundo tiene que ver lo que pasa en Nicaragua para que no se repitan estos patrones y para que la gente entienda que en un Estado de Derecho los ciudadanos tenemos derecho a manifestarnos, a decir lo que pensamos, a la libre expresión, al libre periodismo y es un llamado a todos nuestros países a que luchemos en conjunto, que no se nos transgreda, que no se nos manoseen nuestros derechos humanos. Ya estamos en el siglo XXI, no es tiempo de guerras, las guerras y las dictaduras quedaron en los ochentas, no podemos volver a caer en esto. Debemos tener nuestra mente siempre puesta en el futuro y el futuro es sin dictaduras, sin autoritarismos, sin censuras, sin sesgar los derechos fundamentales. Ese es mi mensaje, que luchemos por nuestros derechos, de manera pacífica y que miremos el reflejo que nos da Venezuela, que nos da Nicaragua, Cuba, Corea del Norte, que nos dan diferentes países en el mundo que tienen gobiernos autoritarios para que no cometamos los mismos errores y para que siempre tratemos de levantar la voz ante las injusticias.

 

¿Habrá mas música o más política en tu futuro?

No, yo creo que no. Involucrarse en la política es deber del ciudadano definitivamente, no podemos dejarles la política a los políticos, porque cuando hacemos esto les damos a los políticos la oportunidad de hacer lo que les plazca, ellos son los políticos y se encargan de la política. Todo el pueblo debe involucrarse en la política, aunque sea un tema muy controversial; un pueblo que maneja la política es un pueblo que sabe a quién elegir, cómo actuar, qué está bien y qué está mal dentro de un Estado de Derecho. Mi papel en la lucha cívica desde la composición, creo que ya está completo, lo que ya compuse es lo que quiero hablar sobre la lucha y pues yo escribo canciones de amor y desamor, me gusta la trova y mi música siempre va estar enfrascada en la transformación social, porque creo que la música es un arma grande de transformación social.