La necesidad de una nueva metodología de medición de la pobreza en El Salvador

Miércoles 22, Enero 2025 - 5:55 AM

El Salvador sigue enfrentando la urgente necesidad de adoptar una metodología de medición de la pobreza actualizada y alineada con las realidades sociales y económicas del país.

Según los datos oficiales, en 2023 el 9.3% de la población salvadoreña vivía en pobreza extrema, definida por ingresos inferiores al costo de la Canasta Alimentaria Básica (CAB), mientras que el 30.3% estaba en pobreza relativa, con ingresos por debajo del costo de la Canasta Básica Ampliada (CBA). Esta última, además de alimentos, incluye bienes y servicios esenciales para una vida digna. Sin embargo, estas estimaciones se basan en una metodología que presenta al menos tres deficiencias principales. La primera es que las líneas de pobreza absoluta (urbana y rural) se calculan a partir de canastas alimentarias diseñadas en 1983, basadas en patrones alimentarios observados en 1967 y 1976, lo que las hace obsoletas. La segunda deficiencia radica en que la composición de las canastas refleja una notable desigualdad: la CAB rural es de menor calidad que la urbana. La tercera es que, aunque las líneas de pobreza relativa (urbana y rural) se calculan como el doble del costo de las CAB, los costos de bienes y servicios no alimentarios básicos han crecido durante las últimas décadas mucho más que los de los alimentos, invalidando la pertinencia de este criterio. Respecto a la tercera deficiencia, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2005/2006 (ENIGH 2005/2006) mostró que el gasto en alimentos y bebidas como porcentaje del gasto total de los hogares disminuyó del 32.3% en 1992 al 19.8% en 2006. Este cambio en los patrones de consumo destacó la necesidad de actualizar las CAB y redefinir las líneas de pobreza extrema. La ENIGH también evidenció cambios en los hábitos alimentarios, proporcionando información sumamente valiosa para reformular tanto la CAB urbana como la CAB rural. En 2008, el Ministerio de Economía contrató a la consultora María Teresa Menchú para evaluar las CAB existentes y elaborar nuevas basadas en los datos de la ENIGH. Durante este proceso, se identificaron errores en las CAB vigentes, como la sobreestimación de los requerimientos de consumo de leche y tortillas en la CBA rural. Estos errores sugerían que la pobreza estaba siendo sobreestimada, pero Menchú señaló que las CAB adolecían de otras deficiencias más profundas que más sugerían que lo que existía era una subestimacíón. En primer lugar, por ejemplo, señaló que la CAB urbana solo cubre el 93% del requerimiento calórico promedio diario por persona (2160 Kcal), mientras que la rural apenas alcanza el 75%. En segundo lugar, estas canastas no consideran las pérdidas o desperdicios de alimentos, por lo que el Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP) recomendaba agregar un 10% al requerimiento energético. En tercer lugar, las necesidades calóricas estimadas en 1990 no incorporaban las actualizaciones realizadas por el INCAP en 1996, que reflejaban mayores requerimientos. Finalmente, el aporte energético de grasas y carbohidratos en la CAB rural era muy bajo: las grasas solo aportaban el 9%, cuando lo recomendado era al menos 20%. omando en cuenta estos elementos y los resultados de la ENIG 2005-2006, Menchú propuso ajustes significativos a las CAB y CBA urbanas y rurales con el propósito de mejorar la medición de la pobreza. Posteriormente, un consultor de la CEPAL utilizó estas propuestas para recalcular las tasas de pobreza, obteniendo cifras notablemente más altas que las reportadas en ese momento. Sin embargo, ni las nuevas canastas ni las tasas recalculadas fueron adoptadas oficialmente, posiblemente por la percepción de que divulgar tasas de pobreza más elevadas podría tener costos políticos para el gobierno de turno. Entre septiembre de 2018 y febrero de 2019, la Secretaría Técnica y de Planificación realizó otra revisión para actualizar la medición de la pobreza. Con el apoyo técnico del INCAP, se elaboró una nueva Canasta Básica de Alimentos Nutricional (CBAN) basada en un enfoque de derechos, sin distinción entre las necesidades de la población urbana y rural. Esta CBAN incluía 28 productos que proporcionaban 2,517 Kcal (108.3 % del requerimiento recomendado) y 57.4 gramos de proteínas (129.6 % de lo recomendado), además de cantidades adecuadas de vitaminas y minerales esenciales. Su costo mensual para un hogar promedio de 3.59 integrantes se estimó en USD 323.46. Con base en esta CBAN y al seguimiento de precios realizado por la DIGESTYC (hoy Oficina Nacional de Estadísticas y Censos), se recalcularon las tasas de pobreza absoluta para el período 2000-2017. Los resultados confirmaron que las tasas de pobreza y pobreza extrema eran significativamente más altas que las reportadas oficialmente. A pesar de su precisión, esta metodología tampoco fue adoptada, por lo que las tasas de pobreza continúan siendo mal calculadas en el país. En conclusión, El Salvador sigue enfrentando la urgente necesidad de adoptar una metodología de medición de la pobreza actualizada y alineada con las realidades sociales y económicas del país. Solo así se podrá obtener una visión más clara y realista de la pobreza, lo que permitirá la formulación de políticas públicas más efectivas para combatirla. • William Pleites, director de FLACSO El Salvador