Para los que seguimos con atención el desarrollo de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América, el desenvolvimiento de dicho proceso electoral resultó por demás gratificante y aleccionador. Desde horas de la tarde (en nuestro país) del pasado martes 3 de noviembre, las principales cadenas noticiosas norteamericanas como NBC, CBS y CNN -solo por nombrar algunas- iniciaron su transmisión con el claro objetivo de trasladar a los televidentes la situación inicial y los avances que iban sucediendo en el proceso de conteo de los votos. Dichos votos son procesados de acuerdo a una de las tres formas que el elector estadounidense tuvo para ejercer su deber ciudadano: voto anticipado, voto por correo postal y voto presencial el propio día de las elecciones (sin dejar de lado el voto en el exterior que puede caber entre las primeras dos formas antes mencionadas).

Los datos fueron apareciendo de forma muy cerrada entre los aspirantes Trump y Biden, y con el transcurrir del tiempo, los votos procesados fueron dando resultados en firme en algunos Estados como Indiana que le otorgó los primeros 11 votos electorales a Donald Trump, seguido de Kentucky, Florida, Tennessee y West Virginia con lo cual el todavía Presidente de los Estados Unidos aventajaba a su rival 42-30. Alegría temprana para la campaña Trump. Con el pasar de las horas, el escrutinio de los votos emitidos presencialmente que le daban a Trump una esperanzadora ventaja se fue reduciendo y el procesamiento de los votos por correo, así como el escrutinio de los votos anticipados relanzó a Joe Biden al primer lugar de las preferencias con un resultado preliminar de 224-213 (recordemos que 270 es el número mágico de los votos electorales necesarios para agenciarse la Presidencia de los Estados Unidos de América).

El candidato Trump llamó a conferencia de prensa desde la Casa Blanca en la madrugada del miércoles 4 de noviembre para dirigirse a sus “fellow americans” y temerariamente se atrevió a declararse ganador de las elecciones, consciente que los resultados preliminares que le favorecían muy al inicio del escrutinio, poco a poco fueron cambiando la tendencia a favor de su contendiente; ahí inició la caída de un gigante que con arrogancia declaró que Joe Biden “era el peor de los candidatos demócratas en la historia del país.”

Al mediodía del viernes 6 de noviembre, los resultados preliminares eran Biden 253 votos electorales y Trump 213; así las cosas, el actual Presidente ha cuestionado los resultados, acusó de fraude y engaño (fraud and cheating en inglés) el conteo de votos en algunos Estados que no le favorecieron sin presentar ninguna prueba, su equipo de campaña pidió la suspensión del conteo de votos en Filadelfia (PA) donde llevaba una clara ventaja hasta que inició el conteo de votos anticipados momento cuando los demócratas empezaron a acortar la distancia. Paradójicamente, la campaña de Trump pedía al mismo tiempo que siguiera el conteo de votos en Maricopa (AZ) pues Arizona era un estado clave para mantener las esperanzas de ganar la elección.

Lo cierto es que Biden incluso superó a Trump en los últimos cuatro Estados en los que antes el actual Presidente tenía ventaja: Georgia, Pennsylvania, Nevada y Arizona. Y a pesar que la tendencia ya era irreversible, ningún medio de comunicación se atrevió a adelantar el resultado lógico y declarar ganador a Biden; tampoco la campaña Biden lo hizo, dando una clara muestra de respeto al rol que a cada institución le toca jugar. También es importante apuntar que los resultados no solo arrojaron una convincente victoria del ex Vicepresidente de Obama alcanzando 279 votos electorales, sino que para gobernar con mayor legitimidad Joe Biden también superó a su rival en el voto popular en al menos 4 millones de diferencia. Victoria completa!

Como vemos, la democracia de los Estados Unidos de América fue puesta a prueba y nuevamente ha dado muestras de su fortaleza, a través de la confianza en el funcionamiento de sus instituciones (la eficiencia y transparencia de los diferentes centros de votación en todo lo largo y ancho del país), a través de la confianza en su sistema electoral y sobre todo a través del patriotismo/nacionalismo de los ciudadanos que una vez más han demostrado que el poder radica en la decisión de la gente. La “institución” de la Presidencia es sagrada en los Estados Unidos y su valor trascenderá los arrebatos, egolatría y arrogancia de cualquier personaje -magnate o celebridad- que temporalmente esté en posesión de ella.

Que este exitoso proceso sea un modelo a seguir para nuestras autoridades -Tribunal Supremo Electoral-, para los candidatos a diputados y alcaldes, miembros de las JRV’s, medios de comunicación y sobre todo, para los ciudadanos que al final definiremos con nuestro voto en la próximas elecciones para Alcaldes y Diputados del 28 de febrero de 2021, el rumbo que queremos para nuestro país.