Su reunión con el Secretario General de la ONU, ya permitió adelantar posibilidades sobre la cooperación técnica para el combate al crimen organizado y la impunidad, que juntas provocan la migración forzada y el tráfico de personas desde hace décadas.
De igual forma, el encuentro presidencial con su homólogo de los Estados Unidos da esperanzas a casi 200,000 salvadoreños residentes en ese país, y que se encuentran en vilo, ante la posibilidad de que se cancele su estatus de permanencia temporal en enero del 2020.
Además, es importante buscar inversiones estadounidenses, recibir un mayor y decidido apoyo para combatir las pandillas y el narcotráfico y el fin de esa alerta de viaje que reduce el turismo desde ese país.
Ambos encuentros fueron importantes para el presente y el futuro de El Salvador, ambos se complementan y constituyen evidencia de las ventajas de negociar, cuando se está lejos de consignas o del alineamiento con regímenes totalitarios.
El Salvador pues vuelve a negociar como un aliado con capacidad de interlocución regional. Ojalá que estos esfuerzos rindan fruto.