Un informe divulgado por Ormusa, en febrero pasado, señala que las mujeres en la zona rural mantienen un salario promedio de $275.36 mensuales, de los cuales se utiliza más de la mitad para cubrir los $179.96 que cuesta laCBA.
Este grupo de alimentos incluyen tortillas, arroz, carnes -de res, cerdo y aves-, grasas -como aceite, margarina y manteca vegetal-, así como huevos y leche fresca de vaca.
Con ese dinero las mujeres también adquieren frutas -naranjas, plátanos y guineos-, frijoles y azúcar.
En el caso de las mujeres en el área urbana, Ormusa señala que estas ganan un promedio de $391.16, mientras que la CBA en esa zona ascendió a $246.64 en enero pasado, es decir, que si las trabajadoras cubrieran el 100 % de este grupo de alimentos se destinarían un 63 % de sus ingresos mensuales.
Estos gastos efectuados no toman en cuenta el pago de los servicios -como agua y luz-, salud, educación y esparcimiento, parte de las facturas que todos los meses las familias salvadoreñas obtienen.
Brecha
Ormusa destacó que los salarios promedios reflejan además una brecha significativa entre hombres y mujeres.La situación es más agravante en la zona rural, en donde los hombres tienden a ganar $81.52 más que las mujeres.
“En el área urbana, aunque las mujeres tienen un ingreso superior a $391.16, la brecha de género es aún mayor, ya que los hombres reciben en promedio $497.67 al mes, lo que representa una diferencia de $106.51”, indicó la organización.
Los datos citados por el informe confirman que el salario mensual promedio de los hombres en la zona rural -de $356.88- está por encima del promedio total que ronda los $324.76.
Al respecto, un 50.4 % del salario de los hombres se destina a la CBA en la zona rural, unos 14.8 puntos menos que el desembolso de las trabajadoras.
Ormusa señala que las mujeres en la zona rural también tienen desigualdades geográficas, en donde se limita el acceso a la educación y una menor participación del mercado laboral, frente al resto de trabajadoras del país.
El documento destaca que el nivel de escolaridad de la población económicamente activa (PEA) alcanza 9.9 grados aprobados, mientras que en la ruralidad el grado es a penas de 6.8 grados.
El informe también hace referencia a que, aunque las mujeres ocupadas en el país tienen un nivel educativo superior a los hombres, la participación de las mismas se considera menor.