Ha terminado la primera gran pausa del año con las vacaciones de Semana Santa y toca ahora, después del merecido descanso, enfrentar la realidad del país y la cotidaniedad de la vida laboral y familiar.

En el país, la ciudadanía reconoce las enormes mejoras en la seguridad. El régimen de excepción es una medida del Estado que permanecerá vigente por mucho tiempo más según se desprende de las declaraciones de funcionarios que hablan hasta de un 35% de pandilleros que hace falta arrestar. Sin duda es positivo que haya un combate decidido a la criminalidad, aunque hay que prestar atención a las denuncias sobre abusos o excesos en personas inocentes, un asunto que debe escucharse y atenderse con seriedad.

El Salvador necesita salir de esta horrible etapa de violencia, de vivir extorsionados, rehenes de una criminalidad que se cree poderosa, que amenaza, asesina y asedia a gran parte de la sociedad. Vamos camino a eso sin el temor de que esa situación vuelva a imponerse.

El otro gran problema que tiene pendiente el país es el tema económico, la eterna crisis de la que no terminamos de recuperarnos, el enorme endeudamiento estatal, los problemas de inflación, etcétera. Todos esos asuntos macroeconómicos redundan en la economía familiar y a eso debemos enfrentarnos en tiempos difíciles en el mundo debido a las consecuencias de la pandemia, la invasión rusa en Ucrania y casi cada nueva crisis yuxtapuesta que emerge nos afecta directa o indirectamente.

Pasada la vacación, nos queda tomar el toro por los cuernos y enfrentar las duras realidades que nos toca vivir.