Sin duda hay buenos vientos de renovación en el centro de San Salvador. Varias docenas de cuadras han sido liberadas de ventas callejeras y el centro histórico de la ciudad empieza a mostrar un mejor rostro.

Hay que decirlo claramente: el centro de San Salvador se había convertido durante décadas en un inmenso mercado callejero donde ya no se podía ni caminar y no había espacio para que los vehículos transitaran. Eso provocó el alejamiento de la inversión en la zona. Los edificios históricos quedaron opacados por las ventas y sus residentes dejaron sus viviendas ante la llegada de problemas graves como la delincuencia de las pandillas.

Hoy toda aquella belleza de antaño de San Salvador, que en su momento tuvo hasta un tranvía digno de ciudades europeas, puede irse rescatando poco a poco e incluso rescatar algunos edificios para convertirlos en apartamentos y atraer residentes.

La renovación de algunas partes del centro histórico hace algunos años ya había atraido visitantes y de ahí que extender estos planes a otras áreas es positivo. Pero se requiere mucha inversión estatal y privada para poder cumplir todos esos ambiciosos planes.

Además hay que resolver la situación de los miles de vendedores que han tenido que desmontar sus puestos. Es importante darles alternativas viables para que sigan laborando honradamente e instalarlos dignamente en los mercados capitalinos.

El centro histórico también debe recuperar la seguridad ciudadana para que los comerciantes, los visitantes y los eventuales residentes puedan convivir sin la amenaza de pandillas que se reparten territorios. Es una titánica labor que queda por delante pero renovar la ciudad vale la pena.