Con 131 años de historia, J.J. Borja Nathan es una de las empresas más antiguas del país. Enfocada en la producción, beneficiado y exportación de cafés especiales de El Salvador, la compañía agroindustrial ha logrado desarrollar y consolidar un modelo basado en la sostenibilidad.

Manuel Zepeda, gerente general de J.J. Borja Nathan, explica que las buenas prácticas incluyen varios ejes que van desde la autoproducción de la energía que utilizan en los procesos del beneficio Agua Caliente, en Ahuachapán, el manejo biológico de las plantaciones, además de acciones sociales en las comunidades donde operan.

La última de las iniciativas en esta materia arrancó hace tres años y ya está en operación. Se trata de la producción de energía para el autoconsumo usando paneles solares.

“Tenemos una capacidad instalada de paneles solares que cubre el 90 % de las necesidades energéticas del beneficio”, dice Zepeda.

El beneficio Agua Caliente tiene una capacidad para procesar unos 45,000 quintales de café. / I.C.


El ciclo del café en El Salvador inicia entre octubre y noviembre, con las cortas, pero la operación de un beneficio no se detiene en el resto del año.

Zepeda explica que entre noviembre y febrero la labor se concentra en el “tren húmedo”, el proceso en el que grano se despulpa y se seca en patios, etapa previa al trillado cuando se remueve la cáscara del grano en estado “pergamino” y se transforma en “café oro”.

J.J. Borja Nathan ha puesto en marcha otros principios de economía circular que le permiten afianzarse como modelo de producción de bajo impacto ambiental, algo que junto con la calidad del café producido se convierte en un alto valor para compradores internacionales entre los que destacan la cadena estadounidense Starbucks y la italiana Illy.

El beneficio Agua Caliente se ubica en el Cantón El Barro, en Ahuachapán./ F.V.

Gestión del agua.


Zepeda destaca también la gestión que realizan con el agua, un recurso preciado en la zona del Cantón El Barro, Ahuachapán y en las plantaciones ubicadas en la cordillera Apaneca - Ilamatepec.
En la zona geográfica donde estamos no tenemos manantiales y hemos creado un reservorio donde podemos captar 2.5 millones de galones de agua. Esta agua lluvia es la que usamos para todo el proceso del del café”.
Manuel Zepeda
Gerente general de J.J. Borja Nathan

El agua es clave principalmente en la etapa del tren húmedo. “Hacemos esa captación y nos ayuda enormemente y no estamos usando agua de manantiales ni nada de eso, el único recurso que usamos es la lluvia”, explica.

El manejo no termina ahí, la empresa también se asegura de devolver el agua usada con bajas cargas de acidez, luego de haberla usado en los procesos de lavado.

“Cuando estamos en el proceso de beneficiado, como la usamos para el lavado y transportación del café, el agua se empieza a cargar de sedimentos y va el mucílago, que es la parte ‘ligosa’ que tiene el café maduro, esto se carga tanto que antes de regresarla a las pilas de secado el agua pasa por un proceso de neutralización”, explica.

Tras el proceso, el agua tiene un nivel de acidez PH3, por eso la empresa desarrolló un proceso en el que usa microorganismos de montaña y de filtración con cal agrícola para neutralizar. “Cuando la regresamos a las pilas de secado de aguas mieles va neutra”, detalla.

En el benficio de J.J. Borja Nathan la pulpa que se saca del grano de café se deja como abono. / F.V.

Legado.


Juan José Borja, presidente de Grupo Borja, sostiene que la adopción de buenas prácticas es clave para la operación. El beneficio es la piedra angular del grupo que dirige, el cual tiene ramificaciones en otros sectores como energía, industria, consumo y medios de comunicación, con Editora El Mundo.

Borja junto a su hermano Ernesto Borja -encargado de J.J. Borja Nathan- son pioneros en la modernización de la caficultura salvadoreña.
Con la adopción de buenas prácticas garantizamos la reducción de los efectos negativos que las actividades productivas causan en el medio ambiente. En el caso del cultivo del café representa el 44 % de los bosques del país, los que prestan grandes beneficios ambientales”.
Juan José Borja
Presidente de Grupo Borja

Con 131 años de historia y la garantía de la producción de un café de alta calidad, la empresa pretende asegurar el legado para varios años más.







J.J. Borja Nathan es considerado un beneficio mediano. La empresa procesa unos 45,000 quintales anuales, es decir unos 4.5 millones de libras en ese período.

Las buenas prácticas pueden elevar el precio del café hasta en un 20 % sobre el valor de referencia en el mercado. / I.C.


Zepeda explica que las prácticas que impulsan incluyen la conservación de suelos con el uso de abonos orgánicos y un uso mínimo de plásticos en procesos como la siembra.

Añade que en el vivero que administran solo usan productos biológicos y con sello orgánico certificados por la World Coffee Research.

Una planta de café híbrida, en promedio, produce desde el tercer año y una de variedad de especialidad como el Bourbon o el Pacas tardan hasta cinco en condiciones normales. Estas mejores prácticas también ofrecen recompensas, un mejor aprovechamiento de residuos orgánicos, por ejemplo, permite acelerar la primera cosecha hasta en un año.

Gestión responsable de los recursos


Sin uso de bolsas de plástico para los viveros de café

Manuel Zepeda explica que uno de los primeros cambios que adoptaron fue dejar de usar bolsas de plástico en los viveros. “Hicimos una implementación de tubetes de plástico reusables. Antes se hacía con bolsas de polipropileno y cuando se llevaban a campo se rompía, tiraban y se creaba una cantidad grande de plástico regado por las fincas”, explica.

Considera que, aunque no lo parezca, es un problema de gran magnitud, ya que se pueden sembrar de 200,000 0 300,000 plantas y el uso de las bolsas es una contaminación fuerte.

“Lo que hicimos fue empezar a usar tutees y estos son reutilizables”, explica el ejecutivo de J.J. Borja Nathan.

 



Conservación de los suelos en cultivos en laderas

El experto también destaca que las prácticas incluyen la estabilización de zonas de cultivo en laderas donde se interviene para mejorar el suelo, evitar escorrentías y garantizar que los nutrientes de las plantas lleguen a ellas.

Estas labores incluyen la integración de la pulpa, la cual se integra con la tierra con la idea de mejorar el sustrato para que las plantas puedan crecer.

“Obviamente estas tienen todos los microorganismos de montaña. La idea al aplicar estas técnicas es regresar a la tierra lo que ella nos da”, valora Zepeda.

La empresa trabaja con la composta y logra otros beneficios con el uso de la materia orgánica que también ayuda con la infiltración de agua y la aireación, piezas clave para tener un cultivo sano, productivo y que garantice por más años los servicios ambientales.