Durante meses hemos estado escuchando a los economistas, gremiales y analistas políticos, hablar sobre el impacto de la pandemia en la macroeconomía y las finanzas públicas. Usualmente advirtiendo de la caída del Producto Interno Bruto, el crecimiento del déficit fiscal y la pérdida de empleos con sus consecuencias sociales.

La Cámara de Comercio advertía ayer que con la reapertura económica empezaremos a ver la verdadera dimensión de la crisis. Los carteles de “Se vende” o “Se alquila” en módulos comerciales son un reflejo de la crisis. Los temores de la sostenibilidad de los negocios son evidentes.

Ahora es tiempo de que las familias empiezan a sentir ese impacto. La Asociación Bancaria Salvadoreña, por ejemplo, no descarta que la morosidad de las empresas y salvadoreños usuarios de créditos aumente en los próximos meses debido al impacto de la pandemia en la economía.

Han sido meses muy duros para todos, a nivel de empresas y a nivel de ciudadanos. Recuperar los ingresos perdidos será muy complejo con la incertidumbre que continúa por la pandemia, pero no queda más que el trabajo duro y la creatividad para sobrevir estos tiempos inéditos. Un clima de negocios con seguridad jurídica y menos confrontación política es lo ideal para poder resurgir como nación.