Luis Alejandro Cruz Lorenzana no es un tipo cualquiera, es un hombre récord nada envidiable en El Salvador. El 30 de octubre anterior fue condenado por un juzgado especializado de San Salvador a 1,455 años de prisión por 93 casos de tráfico ilícito de drogas y otros casos más de cohecho propio (pagar sobornos) así como tenencia de armas de fuego y de guerra. Junto con Cruz fueron condenados otros 28 sujetos en el marco del caso “Nexos-Narcos”. Los sentenciados recibieron penas que oscilan entre 15 y 1,455 años. La mayoría recibieron más de 30 años de prisión y a más de diez les impusieron penas superiores a los 100 años, casi rondando los mil. Los imputados formaban parte de tres estructuras dedicadas al narcotráfico y que se movilizaban en todo Centroamérica, México y Colombia. Distribuían droga en todo el país, especialmente en la zona metropolitana. Tenían contactos con miembros de la PNC, prueba de ello es que dos agentes también fueron sentenciados a 48 y 30 años de prisión respectivamente. Desmantelar esta banda fue posible gracias a investigadores encubiertos, pero especialmente a las escuchas telefónicas que permitió, en detalle, descubrir la participación de cada uno de ellos.Cuando escucharon la sentencia la mayoría lloraron, tal vez por cólera o arrepentidos de su accionar delincuencial.

La condena es histórica, porque por primera vez se impone una sentencia de más de mil años de cárcel.. Hasta antes del 30 de octubre de 2020 la mayor pena impuesta en el país databa desde diciembre de 2014, cuando el Juzgado Especializado de Sentencia de San Miguel condenó a Matías Sorto Pastora a 730 años con cuatro meses de prisión por haber participado en 27 casos de extorsión, 15 homicidios, un secuestro y 18 intentos de homicidio.

Sin embargo, toda condena de más de 60 años no es más que simbólica, pues nuestra Constitución, en el artículo 27 prohíbe las penas perpetuas y nuestro Código Penal en el artículo 46 numeral 1 contempla como máximo 60 años de prisión. Además todo reo con enfermedad terminal, por muy extensa y merecida que sea su condena, tiene derecho al indulto humanitario. Recordemos que en el país desde hace muchas décadas la pena de muerte fue abolida, excepto en los casos previstos por las leyes militares (traición a la patria, por ejemplo) durante el estado de guerra internacional.

Las condenas de más de 60 años de cárcel son muy comunes en el país. Algunas han sido emblemáticas como los 390 años de prisión que les impuso un Juzgado Especializado de Sentencia a siete pandilleros que el 3 de marzo de 2016 participaron en la masacre de 11 hombres trabajadores en la zona rural de San Juan Opico. Los asesinos hasta hicieron videos de cuando decapitaban a sus víctimas. Dichos videos fueron viralizados en redes sociales.

Otros pandilleros que en junio de 2010 participaron en el incendio de un microbús de la ruta 47 en la colonia Jardín de Mejicanos con resultado de 17 personas muertas calcinadas y otras más con graves lesiones de por vida, en marzo de 2916 fueron condenados a penas superiores a los 400 años.

En todos los casos las penas son bien merecidas. Es la forma de hacer justicia terrenal. A veces platico con los familiares de las víctimas de extorsiones, violaciones, secuestros y otros delitos y casi todos se sienten complacidos con las condenas de los victimarios. “Se merecía eso y más” me dijo una madre, al saber que quien asesinó a su hijo y a otros tres jóvenes más le impusieron 80 años de cárcel. A veces he escuchado a muchos comparar la penas que se imponen en El Salvador respecto a otros países, por ejemplo en Estados Unidos, en donde algunos Estados permiten la pena perpetua y la pena de de muerte. Recientemente fue detenido en el país Armando Eliú Díaz Melgar, quien en la costa este (Nueva York) de EUA es reclamado por ocho cargos criminales, entre ellos homicidio, terrorismo, narcotráfico y otros. A Díaz, si se aprueba su extradición, le esperan tres condenas a cadena perpetuas.

Entiendo cuando la gente exige la pena de muerte para los violadores y asesinos de niños, porque como humanos somos un cúmulo de pasiones que reclamamos justicia, pero nuestra Constitución lo prohíbe por más méritos que haga el delincuente. A ver quien rompe el récord de Cruz Lorenzana, por ahora está en 1,455 años de prisión.