En el pintoresco cantón San José, entre los municipios de Concepción de Ataco y Tacuba, en el departamento de Ahuachapán, se encuentra la finca San José, un lugar lleno de historia y resiliencia, propiedad de don Fidel López Eguizábal, un caficultor que ha dedicado la mayor parte de su vida al cultivo del café.

La familia de don Fidel siempre tuvo cafetales divididos entre Ataco, Tacuba y el pueblo de Santa Catarina Masahuat. Sin embargo, la madre del caficultor, doña Clementina Eguizábal de López, una figura reconocida en Tacuba, hizo el sacrificio de vender algunos de esos terrenos para que su descendencia pudiera estudiar.

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El caficultor heredó la finca San José a los 25 años, tras la muerte de su madre en 1994. “Mi madre tenía cuatro fincas, yo me quedé con dos”, afirma don Fidel. Criado entre cafetales, siempre pasaba las navidades en la finca con su progenitora.

Los tipos de café que se producen en la finca son Bourbón, Marsella y Cuscatleco.
Los tipos de café que se producen en la finca son Bourbón, Marsella y Cuscatleco.


Asimismo, estudió un Diplomado en Mayordomos de Fincas Cafetaleras en el extinto PROCAFE, lo que le sirvió para poder administrar su finca. Casado con doña Carolina Villatoro de López, se mudó a la casona que se ubicaba en la parte alta de los terrenos de la finca en Ataco; por desgracia, el recinto sucumbió ante los terremotos del 2001, por lo que luego se mudaron de nuevo a la capital.

Un año antes, en 2000, la crisis del café golpeó duramente a los caficultores salvadoreños, con precios bajos que llevaron a muchos a vender o embargar sus tierras. Además, la propiedad ubicada en una región con una larga tradición cafetalera ha sufrido desafíos, como los altos precios de los fertilizantes, el cambio climático, la escasez de mano de obra y las plagas, como la roya o la broca.

En ese sentido, la roya afectó gravemente las cosechas del café Bourbón, una variedad muy susceptible a esta plaga. “Hay momentos que uno quiere vender, porque este 'volado' es como tener una vaca: hay que esperar a que crezca y que den leche”, menciona el caficultor. “El bourbón es el tata de los cafés a nivel mundial, entonces ese era el más proclive para que le diera rolla”, apunta.

En 2017, durante el gobierno de Salvador Sánchez Cerén, Fidel decidió reactivar su finca, motivado por su esposa, quien es originaria del departamento de La Unión, y con el apoyo gubernamental que se proporcionaba a las plantas de café. “Estaban regalando palitos de café, y decidí que iba a volver, pero también porque mi esposa me incentivó”, menciona el caficultor.

Don Erasmo Martínez es el encargado de cuidar finca San José.
Don Erasmo Martínez es el encargado de cuidar finca San José.


Además, en el actual gobierno del presidente Nayib Bukele, a través del Ministerio de Agricultura, también les facilita plantas de café, aunque aclara que solo les dan el café y en cuanto al dinero para echar andar el proyecto, los mismos caficultores deben costearlo. Pero Fidel menciona que el gobierno actual comete un error al entregar las plantas de café tarde, casi al final del invierno, lo que dificulta su traslado y siembra.

Cabe destacar que, en la finca San José se cultivan tres tipos de café: Bourbón, Marsella y Cuscatleco.

Los trabajos más grandes que se realizan en una finca cafetalera son en invierno, estación del año en la cual se debe eliminar la maleza: “Tenemos deseos de que ya sea enero, porque se iniciará con la corta”, dice don Fidel. La corta dura aproximadamente 20 días, dependiendo de la gente que llegue a la finca a cortar.

El proceso completo, desde la siembra del cafeto hasta la corta es un proceso complejo de aproximadamente tres años, sobre todo en esta finca: “Yo tengo que pagar por los palitos que me den y que me lo lleven hasta la finca porque el camión entra, pero solamente en el verano porque la finca en invierno de arruina la calle”.

Don Fidel quiere que los turistas conozcan todo lo relacionado al arte de la caficultura, incluyendo los diferentes métodos que se utilizan para degustar el café: una de las herramientas es la prensa francesa.
Don Fidel quiere que los turistas conozcan todo lo relacionado al arte de la caficultura, incluyendo los diferentes métodos que se utilizan para degustar el café: una de las herramientas es la prensa francesa.


Para enfrentar los desafíos, el ahuachapaneco siguió la tradición implementada por su madre: crear un vivero de café con cinco mil plantas, asegurando la sostenibilidad de su finca. Además, practica la asociatividad, cediendo parte de su terreno a campesinos para que siembren maíz y frijol a cambio de mantener limpio el suelo.

“Yo si no hubiera sido por el café quizás no me hubiera graduado porque eso ha sido la vida mía y eso hizo que mi esposa me motivaría decir bueno volvamos a empezar”, menciona el empresario, agregando que avanza poco a poco, sembrando manzana por manzana, por aquello del dicho: “El que mucho abarca, poco aprieta”.

“Levantar una finca desde cero no es fácil porque uno tiene que estar solo sacando, invirtiendo. Gracias a Dios pues me encontré con alguien que se llama Erasmo Martínez, que es el que cuida la finca”, apunta el caficultor.

Por otra parte, el buen precio del café salvadoreño depende de factores regionales, como las pérdidas de grandes productores en países como Brasil. La resiliencia y la innovación de don Fidel son un ejemplo inspirador de cómo enfrentar y superar las adversidades en el mundo de la caficultura.

Visitar la finca San José no solo es una oportunidad para disfrutar de un excelente café, sino también para conocer la historia de un hombre y su familia que han dedicado su vida a este noble cultivo.

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Además, en Tacuba, las mujeres de la zona producen un abono orgánico llamado “Bocachi”, hecho con cascajos, que es fundamental para la fertilización de los cafetales. Esto ayuda en cierta manera a adquirir fertilizantes a mejor precio, generando aprendizaje y fuentes de empleo a las mujeres campesinas de la zona.

Una anécdota interesante es sobre la introducción del café en El Salvador. Aunque se dice que el capitán general Gerardo Barrios introdujo el café, en realidad, él extendió su cultivo a todo el país. Esta expansión convirtió al café en el principal producto de exportación de El Salvador, llegando a ser uno de los mayores productores de café a nivel mundial.

Don Fidel combina su vida de caficultor con la vida universitaria: “ya tengo 22 años de ser docente de la Universidad Francisco Gavidia, a tiempo completo en el área de comunicación”. Y aunque menciona que desde que vive en la capital va poco a la finca, siempre mantiene contacto con don Erasmo para saber las necesidades de su terreno.

Ingenieros de la NASA degustaron el delicioso café producido en finca San José. Fotografía cortesía
Ingenieros de la NASA degustaron el delicioso café producido en finca San José. Fotografía cortesía


La marca de café producido en la finca, conocido como “Atacuba”, ha ganado reconocimiento internacional, incluso siendo degustado por ingenieros de la NASA: “Una amiga de mi esposa trabaja en la NASA y se llevó unas bolsas para allá. A los ingenieros les gustó”, narra un orgulloso don Fidel.

La idea de comercializar un café producido en la finca fue una propuesta familiar, especialmente de sus hijas Clementina, Maite y Valeria, quien diseñó el logo de la marca. Sin embargo, tuvo ciertos retrasos porque dos marcas no deben tener un nombre igual, además de incorporar los metros sobre el nivel del mar (MSNM) en los que se siembra el café. La finca, situada a una altura de 900 a 1000 metros sobre el nivel del mar, produce café de alta calidad, clasificado como SHG (Strictly High Grown).

Don Fidel también sueña con construir cabañas de madera y espacios turísticos en su finca, ofreciendo a los visitantes una experiencia única e inmersiva en el arte de la caficultura, según menciona: “El objetivo es que los turistas conozcan el proceso del café desde el principio, hasta degustar una taza de café, que conozcan los métodos así como los instrumentos que se usan como la prensa francesa”.