Calle Santo Domingo, calle de la Universidad, 10 de julio, la 6ª calle son algunos de los nombres que ha llevado la ahora calle Rubén Darío, en el Centro Histórico de San Salvador, y que hoy muestra un cambio que embarga de nostalgia o descubrimiento a turistas y citadinos.

Este espacio lleno de historia ha sido estudiado por el investigador de la arquitectura y plástica de El Salvador, Dylan Magaña, quien ve con buenos ojos el reordenamiento hecho desde el pasado mayo. Magaña ha indagado los hechos desde 1939.

Uno de los puntos que más llaman la atención de la calle Rubén Darío es la arquitectura de sus edificios, que durante los últimos días parecen recobrar vida.

“Únicamente Ernesto de Sola suma cerca de diez edificios fácilmente identificable con su firma; José Heriberto Liévano, constructor del almacén Bou y el edificio sensación, el Telégrafo, ambos diseñados por Brutus Targa, José María Durán padre, también erigió sobre esta calle. Encontramos aún una casa centenaria de lámina troquelada y a lo largo de la calle, vemos madera calada, relieves art nouveau, art decó, celosías irrepetibles, tragaluces, herrería y muchos revestimientos de mármol y granito”, dijo Magaña.

El edificio de lo que fue cine Darío también forma parte de la arquitectura que aún conserva el Centro Histórico. / Gabriel Aquino
El edificio de lo que fue cine Darío también forma parte de la arquitectura que aún conserva el Centro Histórico. / Gabriel Aquino



Noltenius-Choussy es otro arquitecto que dejó su firma en la calle Darío para la época de 1960, entre sus obras en el espacio urbano están el edificio de la Junta Nacional de Turismo, este es una manifestación del Art Deco e inauguró un sinfín de exposiciones de los artistas más importantes, y el cine Darío.

“Muchos de los actos artísticos que se presentaban en la Junta Nacional de Turismo fueron presentados por Clementina Suárez, Valero Lecha, quien presentaba la obra de sus alumnos anualmente. Su sala recibió a más artistas de la talla de Francisco Zúñiga, Camilo Minero, Toño Salazar, Pierre de Matheu, al grupo Saker-Ti de Guatemala, así como en una ocasión convergieron las obras de Amighetti, Leopoldo Méndez, David Alfaro Siqueiros, Pablo O’Higgins y José Mejía Vides en una misma exposición de Grabado”, relató el investigador.

Magaña cree que el reordenamiento no puede traer la época de los años 70 a la Darío, pero se puede ver reflejado en los trabajos bibliográficos y fotográficos, de la época del esplendor del centro capitalino. “A través de sus testimonios podemos hacer una recreación de aquella ciudad segura, próspera y luminosa, que muchas personas no concebimos si no fuese por el registro fotográfico de aquellos años”.

Dylan Magaña, historiador
Dylan Magaña, historiador

El mercado central es consumido por un incendio, quedando cerca de mil personas sin local ni mercadería y con pérdidas de cuatro millones de colones, tragedia que curiosamente no pudo combatirse”. Dylan Magaña, investigador


Parte de la historia de la calle Darío también han sido las tragedias que no pueden pasar desapercibidas, como la de marzo de 1961, cuando un incendio consumió el mercado central, frente al almacén Bou. “Quedando cerca de mil personas sin local ni mercadería y con pérdidas de cuatro millones de colones, tragedia que curiosamente no pudo combatirse debido a la falta de agua en los hidrantes; en este predio se construiría la mítica Plaza 2 de abril, conocida popularmente como Plaza Hula-Hula. y hoy en día el nuevo Mercado Hula-Hula”, relató Magaña.

Cinco meses después, en agosto, la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL) llegó al edificio del Telegráfo en esa misma vía. Veinte años después, a inicio de los 80 y con el inicio de la guerra civil, el lujo de la calle Darío se convirtió en comercio informal muy fuerte.

la Junta Nacional de Turismo albergó múltiples exposiciones. / G.Aquino
la Junta Nacional de Turismo albergó múltiples exposiciones. / G.Aquino



“Las instituciones ya habían huido del Centro, el uso de suelo dejó de ser habitacional y predominó lo comercial (entre formal e informal), se demolían edificios para ampliar calles, el terremoto destruyó otra decena de edificios, desempleo en aumento, y sumado a ello, se da una migración al extranjero así como una migración interna, y refugiados de municipios donde se intensificaban los bombardeos y enfrentamientos llegan a San Salvador”, explicó el investigador.

Los desplazamientos a la capital impulsan los emprendimientos para vivir, el sector comercial informal tuvo su auge y se estableció alrededor de las plazas y espacios públicos sin complicaciones.

Magaña dice que en las siguientes décadas el sector informal fue criminalizado y señalado como el culpable del desorden de las calles. Los intentos de reordenamientos nunca se concretaron, hubo permisividad y el comercio informal se extendió. Magaña lo explica: “El ciudadano promedio ha sido parte fundamental de esta problemática y se integró a la dinámica al comprar en el camino, sin embargo, no se responsabilizó de esta proliferación y sigue señalando al comerciante”.

Las edificaciones aún tienen la huella del pasado en sus paredes. / G.Aquino
Las edificaciones aún tienen la huella del pasado en sus paredes. / G.Aquino



El edificio Antonio Bou, testigo del incendio del mercado central en 1961. / G.Aquino
El edificio Antonio Bou, testigo del incendio del mercado central en 1961. / G.Aquino



El Centro aún conserva edificaciones con lámina troquelada. /G.Aquino
El Centro aún conserva edificaciones con lámina troquelada. /G.Aquino



Uno de los edificios construido por Ernesto de Sola en 1950. / G.Aquino
Uno de los edificios construido por Ernesto de Sola en 1950. / G.Aquino