El 2024 augura un año más interesante que el 2023, así hubiésemos asumido que sería imposible de superar en sorpresas nacionales e internacionales.
Mucho nos ha impactado el haber constatado cómo se han utilizado los medios de comunicación en función, no de la verdad, sino de la posición interesada; sean ellos escritos, televisivos, radiales o en las llamadas redes sociales de uso popular, masivo e instantáneo. Todo ello en función de inducir y crear una matriz de opinión y toma de posición sobre determinados hechos, que trascienden al hecho mismo.

Para sorpresa nuestra, diarios impresos internacionales como El País de España por ejemplo, que desde nuestras tiempos universitarios leíamos con avidez, por tenerlo como referencia de postura conceptual evolutiva, moderna e inclusiva, han optado, sin pudor alguno, por respaldar al grupo terrorista árabe Hamas, instalado en lo que hoy se conoce como Palestina en la Franja de Gaza.

En un afán de búsqueda de objetividad en el conocimiento de los hechos europeos, hace algún tiempo me suscribí a Euronews, a fin de tener una visión balanceada, supone uno, de lo que sucede en esa parte del mundo, y cómo nos ven.

No obstante, lamentablemente esa entidad, por el reparto burocrático acordado, la relaciones exteriores de la Unión Europea le fue entregada a la izquierda divina, hoy dirigida por Josep Borrell, ex ministro de Relaciones Exteriores de España en tiempos de maligno José Luis Rodriguez Zapatero. Y a través de Euronews, han logrado mimetizar al grupo terrorista Hamas con el pueblo palestino, y a los victimarios convertirlos víctimas y nunca más hicieron alusión al origen de la respuesta del gobierno de Israel.

Este año se inaugura con dos procesos políticos, podríamos llevarlos a cuatro igualmente, en nuestra región: los procesos electorales de El Salvador y el de los Estados Unidos a realizarse el próximo 4 de febrero y 4 de noviembre respectivamente. Así como el inicio de dos administraciones presidenciales que conllevan la oferta y la esperanza de un cambio radical y positivo, en cuanto a la transparencia y eficiencia del manejo de la cosa pública se refiere. La de Javier Milei en Argentina (10.12.2023), y la de Bernardo Arévalo en Guatemala (14.01.2024).

Podríamos agregar el anunciado proceso electoral presidencial venezolano, pero dudo que llegue a celebrarse “en sana paz”, como decían nuestros padres. Ese ya no es un país normal, en términos republicanos y democráticos. Además, su autonomía de acción dado sus peligrosos compromisos internacionales asumidos, primero por el fallecido militar felón, Hugo Chávez quien le entregó literalmente el país y su soberanía a Fidel Castro; y luego por el inepto Nicolás Maduro prisionero de organizaciones criminales internacionales de toda especie, y de potencias anti occidentales como China, Irán, Rusia y movimientos terroristas mundiales como Hamas, Hezbolá, ETA, FARC, ELN y bandas criminales (trenes, como los llaman ahora) alentados, informados y armados desde el propio gobierno, como se ha comprobado, más peligrosos aún que las ya deterioradas, en vías de desaparición, que las maras centroamericanas.

En El Salvador, se experimenta por vez primera la continuidad presidencial de dos períodos consecutivos, en la era democrática. Su presidente Nayib Bukele, logró la atención mundial desde el mismo momento de su elección del 2019, cuando logró captar la mayoría absoluta del electorado salvadoreño, obteniendo más votos que la totalidad de los partidos participantes. Lo que constituyó un hito en el país y en la región, al romper el bipartidismo que desde 1992 se instaló en el país, sustituyendo la soberanía popular por la soberanía partidista.

En esta segunda oportunidad, el candidato Bukele coincide con la elección legislativa, (esta vez reducida a 60 asambleístas) lo cual representará en términos reales la percepción que de él tiene el país entero, ante su primera administración. Si se sintió incluida, parte de algo llamado nación, y se merece o no su confianza expresada libremente.

En cuanto al proceso electoral de los Estados Unidos, nuestro análisis da para una reflexión más amplia; sin embargo, podríamos adelantar, sin temor a equivocarnos, que el país pasa por unos de sus momentos históricos más delicados y peligrosos desde la Guerra Civil de 1861.