Finalmente, las predicciones sobre una intensa y furiosa competencia entre demócratas y republicanos durante las elecciones presidenciales de los Estados Unidos probaron, nuevamente, estar equivocadas. Donald Trump destrozó a su contrincante Kamala Harris, arrasando no solo con el voto electoral sino también con el voto popular.
Trump asumirá el cargo el 20 de enero de 2025, convirtiéndose en el 47º presidente de Estados Unidos. En medio de un clima de incertidumbre, temor, y mensajes apocalípticos, entre algunos sectores de la política nacional e internacional, su presidencia genera fuertes expectativas entre los estadounidenses que le votaron.
¿Pero que podría esperar Latinoamérica y en especial el Salvador de esta nueva presidencia de Trump?
Durante la presidencia de Donald Trump, que comenzó en 2017 tras su elección en 2016, se produjeron varios impactos significativos a nivel internacional que transformaron las relaciones de Estados Unidos con otros países y alteraron el equilibrio geopolítico global.
Imprevisibilidad y rotura de compromisos internacionales, como el Acuerdo de Paris sobre el cambio climático, presiones sobre la OTAN, una despiadada guerra comercial con China. En América Latina, su administración adoptó una postura dura hacia gobiernos como los de Venezuela y Nicaragua, lo que resultó en sanciones económicas y un enfoque más intervencionista en asuntos regionales.
Similares líneas de acción se esperan durante este nuevo periodo presidencial, pero en el caso particular de El Salvador, se podrían esperar impactos significativos adicionales, considerando su historial y las dinámicas actuales en la región. Algunas de las repercusiones posibles esta relacionadas con la implementación de políticas migratorias más estrictas. Una de las principales preocupaciones en El Salvador es la política migratoria de Trump.
Durante su primer mandato, Trump adoptó una postura dura contra la inmigración, lo que incluyó amenazas de deportaciones masivas. Muchos salvadoreños temen que, se intensifiquen estas políticas, afectando a familiares que cuentan con el Estatus de Protección Temporal (TPS) o que están en situaciones irregulares. Esto podría generar un aumento en la incertidumbre y el miedo entre los migrantes salvadoreños.
Con respecto a la relación bilateral y ayuda económica, Trump mantuvo una relación ambivalente con El Salvador durante su mandato. Aunque algunos sectores del gobierno salvadoreño, como el de Nayib Bukele, podrían beneficiarse de un enfoque más cercano con Trump, existe el riesgo de que la retórica confrontativa hacia el país se reanude. Expertos sugieren que podría haber un retraso o congelamiento en la ayuda destinada a organizaciones de la sociedad civil y programas anticorrupción, lo que impactaría negativamente en los esfuerzos por fortalecer las instituciones democráticas en El Salvador.
Un tercer impacto potencial estaría relacionado con el enfoque actual en seguridad y migración. Recordemos que durante su reciente campaña en las únicas ocasiones en que incluyo comentarios con respecto a El Salvador siempre mantuvieron un tinte negativo y crítico hacia las políticas de seguridad que El Salvador está implementando para disminuir la mortalidad por homicidios. Trump podría intentar negociar acuerdos relacionados con la seguridad y la migración, presionando a El Salvador para que adopte medidas más estrictas contra la migración hacia Estados Unidos. Esto podría incluir incentivos para mejorar la seguridad interna a cambio de apoyo económico o militar. Sin embargo, los desafíos estructurales detrás de la migración, como la violencia y la pobreza, seguirían siendo difíciles de abordar.
Las políticas comerciales proteccionistas que Trump piensa implementar podrían tener un impacto económico regional y específicamente afectar al país indirectamente. Si se implementan aranceles más altos sobre productos importados, esto podría tener repercusiones económicas en toda América Latina, incluyendo una posible disminución en las remesas que son cruciales para la economía salvadoreña.
En el área política, la victoria de Trump podría fortalecer a líderes conservadores en América Latina, como Bukele, quienes podrían sentirse respaldados por su administración. Esto podría llevar a un aumento en las políticas populistas y autoritarias en la región, así como a un distanciamiento de enfoques progresistas promovidos por administraciones demócratas.
En resumen, una nueva presidencia de Trump traería consigo un enfoque más duro hacia la inmigración y potencialmente afectaría las relaciones bilaterales y la ayuda económica, mientras que también podría reforzar tendencias conservadoras en El Salvador y en toda América Latina.