Las mujeres son víctimas permanentes de todas formas de violencia en El Salvador. La prueba extrema son las víctimas de la violencia criminal en casos como el del asesino de Chalchuapa, donde sufrieron agresiones sexuales y luego asesinatos con una barbarie y crueldad derivada de una mente enferma.

¿Pero es lo único que está enfermo hacia las mujeres? El fin de semana conocíamos de un restaurante que deberá pagar una multa de $15,208.50 por publicar un anuncio que atenta contra la dignidad e integridad de la mujer.

Y hoy estamos publicadno un informe realizado por la empresa Monitoreo Tecnológico de Medios (Monitec) en Twitter y Facebook que revela cómo esas redes sociales fueron utilizadas durante la última campaña electoral salvadoreña para lanzar lenguaje de odio, violento y discriminatorio a través de videos, fotomontajes, frases, perfiles falsos, burlas, suplantación de identidad, entre otros.

El colmo es que palabras que incitan al odio o a la muerte de mujeres “sobrepasan las 15,000 menciones”, según el estudio. Si hay gente capaz de agredir verbalmente así a las mujeres, por pensar diferente, ¿por qué extrañarse que aparezcan individuos como el asesino de Chalchuapa que solamente hace realidad esas expresiones horribles de las redes sociales? Las amenazas son constantes y los resabios del machismo sobresalen en todas sus manifestaciones posibles.

La sociedad salvadoreña vive una violencia endémica contra las mujeres y por mucho que se habla al respecto o se hagan denuncias, el fenómeno sigue creciendo en diversas manifestaciones y por eso hay que plantearse una introspección, una reflexión profunda sobre las causas y consecuencias de estos hechos que reflejan una falta de valores esenciales de respeto a la vida humana y a la dignidad de las personas.