Ana María Raymundo Ramírez, tiene 91 años, y su rostro curtido por el sol es inevitable de percibirse en una de las remozadas calles del Centros Histórico de San Salvador.
Para subsistir vende coloridas canastas de plástico y mimbre, y nadie sabe desde cuándo lo hace.
Cuenta que llega muy temprano desde San Pedro Perulapán en Cuscatlán y se instala con sus canastas afuera de Café Fulanos, en su afán por atraer comprados y para volverse a reencontrar con los clientes que debido a la pandemia no ha visto en meses.
“No podía viajar a la ciudad y por un tiempo dejé solos a mis clientes”. reconoce con nostalgia esta abuela.
La Ley de Atención Integral para la Persona Adulta Mayor fue aprobada en 2002, contempla derechos como asistencia médica y disfrutar de programas de esparcimiento; Ana María Raymundo a sus 91 años simplemente sigue luchando por subsistir porque es una de las adultas mayores que siguen invisibles a esos programas, aunque todos la conocen en Barrio El Calvario de San Pedro Perulapán.
#TrabajoEnTiemposDeCovid Ana María, vive en Barrio El Calvario de San Pedro Perulapán, dice que por la pandemia "no podía viajar a la ciudad y por un tiempo dejé solos a mis clientes".
En el Café Fulanos le permiten que afuera en la entrada principal coloque su venta. @ElMundoSV pic.twitter.com/5r5ZCjpexo
— Oscar Machon (@OscarMachon) October 20, 2020