Como país hemos atravesado a lo largo de la historia una seria de catástrofes y desastres naturales, entre ellos; terremotos, aluviones, deslaves, epidemias, conflicto armado, crisis económicas y el movimiento telúrico del año 2001, que desestabilizo por completo a El Salvador, sin embargo, de todas esas situaciones hemos salido adelante con la ayuda del Dios de Israel, no obstante la pandemia del coronavirus que ahora enfrentamos es diferente a los desastres anteriores, ya que no tenemos protocolos de atención, ni de detección temprana del virus, lo que significa que causará estragos de proporciones incalculables en la salud y en la economía de los salvadoreños.

La prevención, como se ha establecido desde el Gobierno Central, es clave para evitar la propagación pero también es fundamental invertir estratégicamente desde el Estado, haciendo las compras a los productores locales, para estimular la agroindustria y el sector informal, que son dos de los rubros que más se verán afectados con la pandemia, para ello es crucial que nos organicemos estratégicamente y formar un “Comité de Emergencia Nacional” que incluya, Rectores, Empresarios, Sector Productivo, Iglesias y el resto de fuerzas vivas del país, para afrontar la crisis unidos y no divididos como se ha venido manejando hasta ahora por parte del Ejecutivo.

Miles de familias del sector informal han comenzado a sentir el impacto económico. Insisto es importante la prevención con la cuarentena domiciliar, pero se debió hacer un equilibrio para que un cabeza de familia salga a realizar sus actividades laborales independientemente del rubro al que se dedique y pueda llevar sustento a su grupo familiar, y no cerrar la lista de libre circulación como se ha hecho, en la que ciertos empleados públicos y privados pueden circular con libertad, dejando en desventaja a los trabajadores independientes, hay mucho por hacer en favor de los más necesitados lo que se requiere es tener una fotografía completa del panorama.

Bien dijo el Rey Salomón en Proverbios 11.14: “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo, mas en la multitud de consejeros hay seguridad”.

El Presidente tiene en sus manos la oportunidad de convocar a las mejores mentes, personas entendidas en los tiempos y no basar la dirección del país, únicamente por consejeros neófitos que pueden conducir a toda la nación al caos financiero, ya que pretender endeudar a El Salvador con 2,000 millones más, no solo es improcedente, es que no se tiene la capacidad financiera para continuar soportando una deuda soberana superior al 80% del PIB.

De modo que se requiere de hacer un análisis sencillo pero amplio, de donde se pueden recortar los recursos del mismo Estado, para destinarlos a soportar la prevención de la pandemia, por ejemplo, sé si reducen los gastos superfluos, como; combustible, teléfono, viáticos, seguros médicos y una reducción del 50% de los salarios del Estado de todos los empleados que ganan arriba de los $2,500 al mes, bien se podría obtener unos 1,000 mil millones de dólares, para afrontar con mediana solvencia la crisis, por ello pienso que ante los problemas, se requiere tener cabeza fría y mesura en la toma de decisiones, ya que la medicina puede salir más cara que la enfermedad.

En suma, el Presidente debe infundir aliento en cada habitante, y dar un mensaje de paz y armonía, para levantar la moral de las familias que posiblemente no tendrán como hacerle frente en los próximos meses a las deudas que se avecinan. Como nación debemos de poner nuestra esperanza en el Señor Jesucristo, y entender que estamos en sus manos y aunque ahora no sabemos cómo saldremos ante la pandemia, nos queda la confianza y la promesa.

Establecida en 2 Crónicas 7:14. Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.