La justicia vestida de injusticias

Martes 03, Mayo 2022 - 12:00 AM
Opinion

Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica electo democráticamente. Lo demás es historia, pero lo más importante, nunca usó el poder para vengarse ni para corromperse.

En nombre del pueblo y de la justicia, Adolf Hitler mató a más de seis millones de judíos, del mismo modo Hugo Chávez destruyó a toda una nación y la condenó a la pobreza, de igual modo Fidel Castro, arrastró a varias generaciones de cubanos a ser esclavos de la miseria, después de tener Cuba una economía tan pujante como la de Austria. Así que en nombre de la justicia y del pueblo los dictadores han desmantelado las instituciones democráticas, han concentrado el poder, encarcelaron a los opositores, callaron a la prensa incomoda, apagaron voces disidentes de académicos y han corrompido todo al paso, llevándose los recursos públicos. Así que esas historias de corrupción, tiranías e injusticias vestidas de justicia abundan en todo el globo terráqueo, pero la que más me llama la atención es la Nelson Mandela, quien fundó la Liga Juvenil del Congreso Nacional Africano y pronto fue electo secretario general. En 1952, comandó la campaña masiva "Rebeldía”, que llamaba a la desobediencia civil contra las leyes injustas. Sus actividades políticas lo enfrentaron a los gobernantes del "apartheid” que era el sistema de segregación racial que se instauró formalmente en Sudáfrica en 1948, mediante leyes que despojaron de múltiples derechos a la población negra mayoritaria. Su movimiento se fortaleció aún más con la masacre de manifestantes negros pacíficos cometida en Sharpeville en 1960, que dejó 69 muertos y unos 200 heridos. Inmediatamente después, el gobierno declaró el estado de emergencia (Régimen de Excepción) y detuvo a cerca de 18.000 manifestantes. Nelson Mandela pasó entonces a la clandestinidad, pero en 1961 fue arrestado por cargos de traición y aunque pronto fue absuelto, fue detenido nuevamente en 1962 por salir ilegalmente del país, desplazándose hacia varios países africanos y europeos, por ello recibió una condena a cinco años de cárcel. En 1964 el gobierno del "apartheid” lo juzgó nuevamente, esta vez acusándolo de sedición y sentenciándolo a cadena perpetua en la prisión de la isla Robben. Al dirigirse en el juicio de Pretoria al tribunal que lo condenó. Mandela declaró: "He dedicado mi vida a esta lucha por el pueblo africano, he luchado contra la dominación blanca y contra la dominación negra. He valorado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas vivan en unidad y armonía con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que vivo y espero alcanzarlo. Pero si fuera necesario, estoy preparado para morir por él”. En otras palabras declaró que estaba en contra de "la arrogancia racial” que otorgaba las bondades de la vida a una minoría de la población como derecho exclusivo y que reducía a la mayoría a "una condición de servilismo e inferioridad. "Nada de lo que pueda hacer este tribunal cambiará en modo alguno ese odio que siento y que sólo podrá desaparecer cuando se eliminen la injusticia y la inhumanidad contra las que he luchado para erradicar de la vida política y social de este país.” No obstante en la cárcel, Mandela se convirtió en símbolo y líder del movimiento contra el apartheid. El inquebrantable espíritu de libertad y reivindicación de los derechos humanos, no sucumbió entre los barrotes, al contrario, organizó un movimiento de desobediencia civil en el penal que obligó a las autoridades a mejorar las condiciones de los reclusos en la isla Robben. Tras 27 años privado de la libertad, 18 de ellos realizando trabajos forzados en una cantera. Fue liberado en febrero de 1990. Tan pronto recuperó la libertad, Mandela se reintegró a la actividad política y lideró al Congreso Nacional Africano en sus negociaciones con el régimen para acabar con el apartheid y establecer un nuevo gobierno multirracial. En su calidad de vicepresidente del Congreso Nacional Africano, viajó a Nueva York para hablar ante el Comité Especial contra el Apartheid de la Asamblea General de la ONU. Todo ello le hizo acreedor al Premio Nobel de la Paz en 1993, galardón que compartió con el presidente Klerk. Un año después, el Congreso Nacional Africano ganó con gran mayoría los primeros comicios multirraciales y libres en el país y Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica electo democráticamente. Lo demás es historia, pero lo mas importante, nunca usó el poder para vengarse ni para corromperse. "Las mentes que buscan venganza destruyen los estados, mientras que las que buscan la reconciliación construyen naciones”