El embajador Juan José Monsant Aristimuño representó a Venezuela en El Salvador en los años 90 y tiene profundos lazos personales y familiares con el país. El diplomático que representó a su país en Brasil, Paraguay, Nicaragua y El Salvador, entre otros, está exiliado en Estados Unidos desde 2014. Monsant es columnista de varios medios en América Latina, incluyendo Diario El Mundo.
En una entrevista concedida a El Mundo este lunes, Monsant nos da su perspectiva de la situación venezolana tras las elecciones del domingo en las que Nicolás Maduro fue proclamado ganador y la oposición reclama un fraude masivo y un triunfo que les han robado.
Maduro se ha proclamado ganador y la oposición denuncia un fraude descarado. ¿Qué escenario viene ahora para Venezuela?
Lo correcto, lo ideal, es que ante las dudas e irregularidades observadas se realice un reconteo con testigos internacionales y nacionales y se constaten las actas de cada mesa. Una gran parte de la comunidad internacional ha repudiado el fraude electoral y por lo menos un país, Panamá, acaba de anunciar el retiro de su personal diplomático. ¿Qué impacto tendrá este repudio en el régimen venezolano?
Lo ideal conforme a la ley, a la razón y lo político, si hablamos del sistema democrático y de sistemas autoritarios y dictatoriales, conforme a la esencia que caracteriza a cada uno, sería la ruptura de relaciones diplomáticas. En el pasado, el presidente Rómulo Betancourt rompía relaciones diplomáticas con aquellos países donde surgieron gobiernos fruto de un golpe militar o golpes de estado o donde ya se encontraba instalado un dictador y dio resultado, eso se conoció como la doctrina Betancourt, es una manera de protegerse del entorno internacional que en ese momento tenía una tendencia a dictadores militares en toda la región.
En este sentido creo que las organizaciones multilaterales como las Naciones Unidas y la OEA han sido rebasadas por las realidades del siglo XXI. Sus realidades fueron de la década de los 40 del siglo pasado, para que sean efectivas y tenga sentido la cooperación entre los países democráticos, donde se respeten los derechos humanos, el Estado derecho como tal es que existan exclusiones o sanciones concretas sobre un país que rompe el esquema sobre lo cual fue creado o recreadas estas organizaciones internacionales, de lo contrario van a ir poco a poco perdiendo efectividad y poco a poco perdiendo realmente posibilidad alguna de tener un significado concreto para cada país miembro de esa organización.
Esta parecía ser la última oportunidad de restaurar la democracia en Venezuela. ¿Está la suerte echada? ¿Se ha convertido Venezuela en otra Cuba, irreversiblemente?
No, Venezuela no se ha convertido en otra Cuba, allá continúa un estatismo marxista, nosotros tenemos un estatismo político cultural y económico hasta cierto punto.
Somos más semejantes a regímenes como el de Irán, Libia o el de Bielorrusia o al de la propia Nicaragua actual. Sólo nos identificamos con Cuba en que prácticamente hemos pasado a ser un protectorado de ese país, un protectorado de ese país que está de salida para convertirse en un protectorado de la Rusia de Putin o de Bielorrusia.
Y ahí hablamos ya en otra dimensión porque entramos en un peligroso juego geopolítico estratégico que escapa a nuestras realidades.
¿Cómo impacta este resultado en el ánimo de la diáspora venezolana?
La diáspora seguirá en su lucha por mantenerse unida en lo cultural y en lo económico de ser posible en el exterior y sobre todo otorgando total apoyo al venezolano que se encuentra todavía dentro de sus fronteras de apoyo económico, apoyo político y apoyo conductual, haciendo conocer la causa y la realidad venezolana ante las autoridades y la sociedad donde cada uno de esa diáspora se encuentra presente. Seguiremos luchando por un retorno al sistema democrático, eso es una lucha irrenunciable y por supuesto a un reingreso a los valores y a la cultura de lo que se conoce como el mundo occidental, que es la democracia, el absoluto respeto a los derechos humanos y al Estado de derecho, irrestricto respeto a la separación y equilibrio entre los poderes. El régimen chavista ha sido expulsor masivo de venezolanos y ha provocado una migración sin precedentes de su país. ¿Cree que esta migración se multiplicará tras este resultado?
Existe una resistencia interna por sobrevivir y lo ha demostrado y se demostró en esta última elección. Venezuela está empeñada en salir de este pasaje que se han convertido en una vergüenza histórica para nosotros y para la humanidad, por supuesto para la región. En algún momento se va a producir la ruptura y con esta elección se demostró también que ha sido arrebatada la democracia. Llegará el momento en que esa resistencia se exteriorizará en lo interior por todos los medios conocidos, imagínate qué significa la palabra resistencia. ¿Cómo impactará a los países centroamericanos una migración masiva de venezolanos?
La verdad no creo que impacte mucho. Una nueva oleada de emigración hacia los países democráticos de la región no va a darse como la conocemos actualmente porque estos países ya están saturados más allá de su realidad económica y de su realidad existencial por lo que tendrán que tomar medidas legales políticas para evitar esta presencia que va a descontrolar el orden y la economía interna de cada uno de estos países receptores. SI el régimen de Maduro se consolida en este periodo. ¿Qué se puede esperar de ese régimen? ¿Cómo serán estos años?
La verdad que Maduro no está consolidado en el poder. Esa es la realidad, él ejerce el poder ahorita por medio de la fuerza, por la intimidación y la represión sostenidas y por supuesto, teniendo en cuenta de que él es prisionero a su vez una cantidad de fuerzas paralelas que son el poder fáctico en el país, está el narcotráfico, está el poder de los militares a través del general Padrino, están las apetencias gubernamentales de Diosdado Cabello el presidente del PSUV (el partido de gobierno) actualmente, se encuentran los colectivos que se han convertido en bandas de delincuentes comunes como el Tren de Aragua, por ejemplo y los otros trenes existentes allá. Y finalmente se encuentran presentes organizaciones del Medio Oriente en territorio nacional concretamente, en la isla de Margarita. La parte suroccidental está controlado por la guerrilla colombiana. Son fuerzas que están en disputas entre ellos, pero también conviviendo con ellos y Maduro es la figura visible pero también la figura prescindible, una toma de decisiones de Maduro por su cuenta, libre, no puede tomar. Él es prisionero de muchos poderes que están presentes en Venezuela actualmente. ¿Significa esta situación un mayor aislamiento y radicalización del régimen venezolano?
Este proceso de las últimas elecciones que le fue confiscada a Maria Corina Machado su civilidad, prácticamente su nacionalidad, porque se le impidió ser un derecho como de votar pero también de elegir y ser elegida, se le impugnó su capacidad de presentarse a elecciones mediante un invento de una sentencia que no existía y fueron hechas a la medida para impedir justamente esa fuerza arrolladora que se expresó el pasado domingo.
Si algo se demostró que sí se puede, que sí se puede permanecer en organización, que sí se debe continuar en la relaciones entre los partidos y los movimientos de oposición incluyendo inclusive a la propia Iglesia Católica que ha sido muy combativas por aquello del respeto a la dignidad del hombre y de los derechos humanos. Esas calificaciones que le dan que no se meta política no va con el cristianismo ni el catolicismo, porque uno de sus principios es la dignidad del hombre que está siendo soslayada permanente en todos los campos por este régimen de criminales que atropella y tiraniza a Venezuela. En consecuencia, ahí está latente, esa fuerza está ahí, ya ellos saben que sí se puede no solo rescatar el gobierno, sino que se puede trabajar orgánicamente en el rescate de la libertad y el Estado de Derecho en democracia.