La gente se ha vuelto fanática de las redes sociales. Han sumido su vida en ellas por vanidad, por figuración y por ingenuidad. Ya sea por Instagram, Twitter o Facebook, nos enteramos quién está peleando con su pareja, qué está almorzando, qué zapatos se compró o a dónde fue el fin de semana.

Y es un fenómeno que sucede por igual en adolescentes y jóvenes que en adultos y hasta gente madura. Hay gente que divulga cosas de las que no quisiéramos enterarnos y con ello, un montón de gente aficionada a hurgar en la vida de los demás ya sea por "enterarse", por curiosidad, por repetir el chisme y criticar al "amigo" que sigue en determinada red social. Así son estos tiempos.

Y así son también los tiempos de la ciberdelincuencia. El ejemplo extremo del fiscal paraguayo que fue asesinado en Colombia hace unos días. El fiscal Marcelo Pecci dirigió investigaciones importantes en su país contra el crimen organizado, personas involucradas en el narcotráfico y lavado de dinero y se le ocurrió ir de luna de miel a una bella isla en el caribe colombiano. Y mientras su esposa publicaba casi cada paso que daban, llegaron unos tipos en un jetski hasta la playa donde estaban disfrutando su viaje y lo asesinaron.

Es muy probable que Pecci haya sido seguido por delincuentes desde que salió de Paraguay, pero sin duda, haber dejado huellas de sus pasos en las redes sociales pudo haber contribuido a ese seguimiento y a su trágico final.

La gente parece no tener conciencia de lo que las redes sociales pueden hacerle, especialmente los jóvenes. No valoran su privacidad ni su seguridad porque están revelando información que gente mal intencionada puede utilizar en su contra, de la peor manera. Sobran casos de acoso sexual y hostigamiento personal que utilizan la misma información. fotografías y comentarios que han puesto para hacer daño. Ni qué decir de las granjas de troles, un tema ampliamente divulgado y conocido por todo el mundo.

El ejemplo extremo del fiscal Pecci nos demuestra lo peligroso que esto es y es una buena enseñanza para cuidarse hasta en redes sociales y no se trata de ocultar su vida, usted tiene derecho a contar lo que quiera, pero recuerde que puede haber alguien que puede usar esa información para dañarlo.