Me dispongo a narrar fragmentos de lo que he sido testigo en estos últimos cinco años en la búsqueda de la paz en El Salvador. Antes de continuar, estoy convencido que la paz social es posible de lograr en la próxima década y su participación es crucial.

Sobre la corrupción: en el 2014-15 utilizando diferentes metodologías se diseñaron mensajes e intervenciones sociales que lograron aumentar las conversaciones sobre corrupción con el fin de generar conciencia sobre el daño que nos producía. En esa época, a mi manera de entender, se vivía el momento más oscuro en nuestro país, la corrupción sistémica había avanzado a gran corrupción. La institución que usted tiene a bien dirigir había sucumbido por completo.

No es difícil de entender ahora que todos los fiscales antes del exfiscal Luis Martinez fueron cómplices de la corrupción y su modo preferido de actuar era engavetar casos, “ayudar a los amigos”. La justicia en El Salvador al igual que muchas otras cosas era y es arbitraria. Sé que esto no le parecerá exagerado.

En aquellos entonces la gran corrupción, al igual que el crimen organizado infiltró el Estado, el capital narco permeó a los partidos, fortaleció el delito y las maras, la tasa de impunidad sobre un asesinato en el 2014-2015 rondaba en el 98 %. El despertar ciudadano parecía ser la única solución posible, la CICIES parecía ser una esperanza real. Muchos en el poder hablaban entonces, al igual que hoy, de “fortalecer las instituciones”. Desde esos entonces y hasta la fecha las acciones del poder ejecutivo, legislativo y partidos políticos han tratado de hacer exactamente lo opuesto, “debilitar las instituciones”.

Hay un error en el concepto de “fortalecer las instituciones”. Las instituciones son tan fuertes como su líder y sus integrantes son tan fuertes como lo es la sociedad civil. Para fortalecer las instituciones primero hay que fortalecer la cultura de la sociedad, su líder tiene que aplicar principios de “radicalidad ética” por encima de lo “normal”, por encima de lo esperado.

Cuando el exfiscal Douglas Meléndez intensifica la persecución del delito contra las maras, la corrupción y el crimen organizado, una parte de sus colaboradores se sentían motivados, otros estaban molestos y la razón era porque se les estaba pidiendo trabajar y arriesgarse, pero sabían que nada cambiaría ya que vendría el próximo fiscal y todo regresaría a la “normalidad”. Este concepto remarca que “las instituciones son tan fuertes como es la cultura de la sociedad y tan fuerte como su líder”.

“Se caerán algunos casos, muchos casos”, el nacimiento de la justicia en El Salvador apenas tiene unosdos a tres años, está aprendiendo a caminar y sus acciones como Fiscal General pueden hacerle aprender rápido, estancarse o retroceder. En El Salvador nuestras instituciones han sido fachadas para proteger la corrupción, la corte de cuentas, probidad, FGR, asamblea, presidencia, todos han encubierto los crímenes de “los amigos”. Pero esto cambia si el líder comprende la necesidad de trabajar en equipo, en conjunto con la sociedad civil y actuar con valentía.

Todavía entendemos poco del porqué se activan líderes y deciden actuar con “radicalidad”, el exfiscal Douglas Meléndez fue escogido porque en la mente de los políticos “no tocaría el estatus quo”, pero su accionar nos dio esperanza.

Creo que algunos lo han electo a usted, con la idea que proteja “a los amigos de los amigos”.

Su misma elección refleja que no existe un interés de “fortalecer las instituciones”. Y no me refiero a haberlo elegido a usted en particular, sino a cómo se llevan a cabo las elecciones de funcionarios de segundo grado.

Teníamos que cambiar como sociedad nuestra visión sobre la corrupción. Veíamos necesario un despertar generalizado, tanto que se pondría en peligro a los dos principales partidos políticos de ese momento.

La esperanza es que, con su ayuda, se pueda continuar el cambio cultural hacia una sociedad en paz, esto toma tiempo y requiere que los ciudadanos sientan temor y respeto de las leyes y que la percepción de la certeza, y no necesariamente de la severidad del castigo, sobrepase la comodidad que genera la impunidad.

Como miembros de la sociedad civil hemos comenzado a organizarnos para lograr un accionar destinado a cambiar la percepción sobre El Salvador, elementos críticos a escala nacional en áreas de prevención, reinserción, generación de puestos laborales, ciencia, desarrollo, que en conjunto con la persecución del delito sean capaces de lograr en la próxima década un trabajo articulado entre el Estado y la sociedad civil que hagan que las maras y la corrupción sean parte de nuestra historia. Necesitamos que la Fiscalía sea parte de este esfuerzo. Este es el reto de 10 años, paz en El Salvador en el 2029.